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Mira el panel 1 aquí: https://bit.ly/3qJFEkL

En este panel se discutió acerca de cómo plantear los nexos entre la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos, un asunto que abre la discusión a diferentes preguntas: ¿son agendas diferentes? ¿Es posible que ambas se retroalimentan? ¿Las políticas anticorrupción pueden generar tensiones con las garantías judiciales o más bien —desde un enfoque de DD HH – se pueden reforzar y ampliar las posibilidades de enfrentar la impunidad, visibilizando su impacto negativo sobre las comunidades y los afectados en sus derechos? En esta conversación participaron Katya Salazar, directora ejecutiva de la Fundación para el Debido Proceso – DPLF; María José Veramendi Villa, Oficial de Derechos Humanos y Anticorrupción de OACNUDH y Feliciano Reyna, Acción Solidaria de Venezuela.

Naciones Unidas calificó ya en 2019 la crisis en Venezuela como una Emergencia Humanitaria Compleja. Eso es una categoría para definir la necesidad imperiosa de ayuda humanitaria que tiene el país. A pesar de sus recursos naturales: petróleo, oro y otros minerales, Venezuela es un país quebrado, con una deuda impagable de 160 millones de dólares y con unos requerimientos de atención que nos invita a indagar acerca de cómo la corrupción podría ser causa de esta emergencia, que está impactando derechos humanos, especialmente los DESCA.

Katya Salazar

Directora ejecutiva de la Fundación Debido Proceso, DPLF

Directora de la Fundación Para el Debido Proceso, con sede central está en Washington y cuyo mandato es fortalecer el Estado de derecho y los DD HH en América Latina, Katya Salazar destacó la necesidad de vincular la corrupción con el impacto en los derechos humanos y de mostrarle al mundo que no solo afecta a las arcas de los Estados sino a las personas en concreto.

¿De qué estamos hablando cuando conversamos de corrupción y derechos humanos?, se pregunta la ponente. Durante los años 80 y 90 en América Latina hubo guerras civiles, conflictos armados internos, gobiernos dictatoriales, con una variedad de violación de DD HH muy particular, que pasaba por ejecuciones extrajudiciales, torturas, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias. Para enfrentar esa realidad y estos retos, surgen las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).

Recordó Salazar que en los 90 se comenzó a ver otros tipos de gobiernos “con violaciones de DD HH más complejas, vinculadas a elementos económicos, más sofisticadas, “más debajo de la alfombra. Ahí sentimos que nuestra arquitectura institucional se quedó pequeña”.

Se trata de países donde la justicia está cooptada por grupos criminales o por el poder político. En México, las desapariciones forzadas son parte del esquema de negocios de grupos de narcotraficantes que están vinculados a funcionarios; es decir, que no son un hecho aislado.  “Desde el movimiento de DD HH intentamos entender mejor estas realidades. Primero, entender estos sistemas corruptos que son mucho más complejos. Tratamos de que nuestras cortes y nuestras instituciones internacionales también puedan responder, que se pongan al día”.

El Sistema Interamericano, CIDH, dio pasos muy importantes, recordó Salazar. Aprobó varias resoluciones sobre impunidad, corrupción y DD HH. A finales de 2020 aprobó uno sobre corrupción y DD HH, en el que se plantea poner a las víctimas en el centro de la discusión, promover la actuación de terceros, organizaciones de la sociedad civil, academia y actores externos en el combate a la corrupción. El reto, afirmó la ponente, es hacer que ese informe de la CIDH se utilice, se entienda y se cumpla.

Históricamente, los procesos de corrupción afectan solo al Estado, dijo. Esto es muy importante, “porque en casos de corrupción las víctimas no están representadas, sino que están el juez, el Fiscal y el acusado y sus abogados, y ellos son los que resuelven. No están las víctimas o sus familiares presentes ¿Ustedes se imaginan la opacidad que tienen esos casos?”.

Por eso, de acuerdo con Salazar, es muy importante tener víctimas concretas en los casos de corrupción.

María José Veramendi Villa

De OACNUDH

Abogada, magister en estudios legales internacionales y Oficial de Derechos Humanos y Anti-Corrupción de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Veramendi comenzó su intervención recordando que, en julio de 2022, se estableció en la OACNUDH una posición que implica trabajar DD HH y corrupción a nivel global, un hito que relaciona la corrupción y los DD HH.

Veramendi refirió la necesidad de trabajar los impactos que los actos de corrupción tienen sobre el goce efectivo de los derechos económicos sociales y culturales. “Nos hemos concentrado en diseñar una estrategia en lo que será el trabajo de corrupción y DD HH para los próximos cinco años”, dijo. La experta en anticorrupción identificó dos líneas en las cuales se enfocaría su trabajo. La primera es garantizar el enfoque de DD HH centrado en las víctimas. La segunda trata sobre la investigación de casos de violaciones de DD HH provenientes de casos de corrupción que violen derechos económicos, sociales y culturales DESCA desde una perspectiva que involucre la prevención, la efectiva administración de justicia y la reparación para las víctimas por causa de crímenes asociados con la corrupción.

Reiteró que el trabajo de los DDHH y la corrupción en la OACNUD no es nuevo y en 1992, la entonces Comisión de Derechos Humanos adoptó una resolución que, por primera vez hizo el vínculo entre corrupción y DDHH. En 1994 la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías en el Informe preliminar sobre la lucha contra la impunidad de los autores de violaciones de los derechos humanos (derechos económicos, sociales y culturales), preparado por el Sr. Guissé y el Sr. Joinet en cumplimiento de la resolución 1993/37 de la Subcomisión y se recomendó establecer una convención internacional de lucha contra la corrupción; incluso en 2022 se estableció una relatoría sobre la corrupción y sus repercusiones en el disfrute de los derechos humanos, en particular los derechos económicos, sociales y culturales que produjo una serie de informes importantes que hacen un vínculo con los DESCA.

Destacó Veramendi tres resoluciones fundamentales en el Consejo de DDHH en esta materia: la resolución de buen gobierno y DDHH; el efecto negativo de la no repatriación de fondos ilícitos a los países de origen en el disfrute de los DDHH. Al respecto, el Consejo de DD HH le pidió a la oficina un informe sobre los obstáculos que impiden la repatriación de los fondos. La tercera resolución será presentada en junio de 2023 y trata sobre los efectos negativos de la corrupción en los DD HH. Es una resolución emblemática que se aprueba cada dos años.

Informó Veramendi que se han producido una serie de informes por parte de la OACNUDH, del Comité Asesor del Consejo de DD HH. De este último allí han surgido recomendaciones sobre la posibilidad de contar con un procedimiento especial sobre corrupción y DDHH, ya sea en forma de una relatoría o grupo de trabajo. 

Dijo que hay oportunidades frente al Examen Periódico Universal, frente a los órganos de tratados de Naciones Unidas. En 2021, los órganos de tratados emitieron una comunicación conjunta sobre corrupción y DDHH e hicieron un llamado a los Estados a presentar información sobre este tema y que es importante el rol fundamental que tienen las organizaciones de presentar información. “En el marco de la estrategia que estamos diseñando en los próximos años es importante el intercambio de información entre los organismos que forman parte de Naciones Unidas”.

“Respecto a la investigación de casos de DDHH que respondan a actos de corrupción, una de nuestras estrategias —acotó- es poder diseñar una metodología de análisis, en la que podamos identificar los actos de corrupción que originen violaciones de DDHH y trabajar en la identificación de las víctimas, el nexo de causalidad y el análisis de los DDHH, para luego hacer recomendaciones específicas”.

“La corrupción es un crimen que tiene víctimas”, sentenció.

Feliciano Reyna

Presidente de Acción Solidaria y de Civilis

Defensor de derechos humanos en Venezuela, específicamente fundador y miembro de Civilis DDHH y de Acción Solidaria, cuyo programa humanitario coordina desde los primeros indicios de la Emergencia Humanitaria Compleja en 2016, Feliciano Reyna relató que, cuando desde las organizaciones de la sociedad civil con las que ha estado vinculado hacía informes sobre Venezuela, era evidente que se estaba frente a una situación estructural masiva de violación a los derechos humanos. “A finales de 2015 encontramos la definición de la Emergencia Humanitaria Compleja de la Universidad del País Vasco. Se trata de situaciones que no son producto de desastres naturales ni conflictos armados, sino por abuso de poder y falta de Estado de derecho; apenas se mencionaba la corrupción como la creación de algunas estructuras de mercados paralelos o mafias, pero no como algo que produce daño. Estas situaciones son violaciones masivas y deliberadas de los DD HH”. Reyna piensa que estos años de abuso de poder, la desestructuración del Estado, pero además la incorporación de estos elementos de corrupción a todo nivel, generaron la situación que tiene a millones de personas afectadas. Cuando en Venezuela se comienza a ver la situación de deterioro sostenido en materia de DDHH, que ha estado en el capítulo IV de la Comisión Interamericana de DDHH por situaciones estructurales en término de violaciones, no aparecen temas de corrupción sino hasta 2013. Y ni siquiera, dice Reyna, se habla del impacto tan grave que genera la práctica de corrupción en los DD HH, sino a propósito de una actuación en contra de Transparencia Venezuela, luego de que esa organización dijera que el gobierno aplicaría una ley de soberanía y autodeterminación, porque la organización denunció casos de corrupción y mencionó a funcionarios de la Asamblea Nacional. La corrupción no se nombra por la población afectada. Luego Reyna recuerda que, en 2014, se habló de cómo la falta de acceso a la información pública promueve la corrupción en el país, “pero no se profundizó”. En 2015, en los informes se dijo que la lucha contra la corrupción fue un slogan reiterado del gobierno de Venezuela en momentos de tensión política y campañas electorales, pero no se tradujo ni se ha traducido -ni antes ni ahora- en la implementación de un programa planificado y respaldado por la institucionalidad. En 2018, recordó también Reyna, se mencionaba en varios informes que la corrupción estaba ya muy extendida y que era una de las causas de la crisis alimentaria y de salud. “La única organización venezolana que hace referencia a la corrupción en Venezuela es Transparencia Venezuela, advirtió. Gracias al trabajo de la Misión de Determinación de los Hechos sobre Venezuela, en 2020 se dijo que un elemento de la crisis en Venezuela que merece investigación profunda es el nexo entre la corrupción y las graves violaciones de DDHH. Si se piensa que la emergencia humanitaria es un proceso de larga instalación y los casos de corrupción implican algo que también va creciendo poco a poco, hacer esa vinculación no es tan fácil. En ese informe, la Misión nos dice que varias de las fuentes con las que hablaron, todos miembros actuales del gobierno y personal militar, han indicado que un factor motivador de las violaciones de DDHH son los beneficios económicos personales derivados de la captura de las instituciones del Estado. “Y eso, justamente, constituye un incentivo para que los agentes mantengan el poder y garanticen la impunidad. Nos está faltando esa conexión entre DD HH y corrupción en la vida cotidiana de las personas”, concluyó Reyna. Comentó detalles del impacto de la corrupción en los DDHH, a partir de unos datos que arrojaron más de 6.500 encuestas aplicadas en hogares venezolanos, publicados por la plataforma HUM Venezuela, donde participan decenas de organizaciones de la sociedad civil:


✔ Al menos 7 millones de personas en Venezuela están en situación de necesidad.
✔ En este momento hay 19 millones de personas en Venezuela con necesidades de asistencia. Agotaron los medios de vida, la única manera de poder manejarse es, por ejemplo, no invirtiendo en educación ni en medicinas, sino solamente en alimentación. De ellas, unos 10 millones de personas están en necesidad humanitaria, el doble del que podía atender el sistema de la ONU.
✔ Cerca de 12 millones de personas están en inseguridad alimentaria, tanto severa como moderada. Hay hambre crónica y desnutrición, también en niños. Las embarazadas están llegando con desnutrición aguda y con problemas de hipertensión y diabetes porque la alimentación que da el Estado se compone solo de carbohidratos. A veces reciben una lata de atún, pero todo lo que comen son harinas de maíz, panes y alimentos sin valor.
✔ Según la Encuesta Nacional de Hospitales, el desabastecimiento de insumos de 2022 fue de 45%; el insumo que estuvo más disponible (80%) fue el oxígeno, que debería estar disponible el 100% de las veces. 88% de 40 hospitales no tuvo tomografías ni resonancias magnéticas en todo el año.

“Hemos perdido talento humano», lamenta Reyna. “Esa desestructuración de los sistemas de protección lleva a millones de personas a migrar, y cuando se van sufren una cantidad de situaciones de violencia”, dice. Refiere Reyna la paradoja entre el mínimo impacto que tiene lo que se denuncia sobre corrupción y los DD HH, con respecto a lo que ha impactado la corrupción en la vida de las personas. “Hay que llegar a que todos lo entiendan”. Y como un caso emblemático, Reyna mencionó que, en 2009, el primer ministro de Salud militar prometió la remodelación de 52 hospitales públicos. “Diez años después ninguno estaba listo. Las obras ni siquiera estaban avanzadas. Luego hubo una acusación contra la cuarta ministra militar, Eugenia Sader, por un caso que es menor frente al daño gigantesco que causó ese primer ministro”

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