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Venezuela terminó 2014 con aproximadamente 24.980 homicidios reportados. Una cifra sin precedentes en la historia republicana del país, difícil de digerir y comprender en toda su magnitud. Quizá sea más sencillo decir que hubo un promedio de 68 todos los días. Por lo tanto tres cada hora y una cada veinte minutos.

 

Este total fue divulgado por el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV), no por el Gobierno. El ocultamiento de las cifras sobre criminalidad en el país ya es habitual. Sin embargo, nadie del Ejecutivo ha desmentido hasta ahora el cálculo de la referida organización.

 

Hasta 2012, los documentos de Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz daban totales de homicidios menores que los divulgados por el OVV. La razón es que desde 2005, cuando el país se sumergió en una espiral de violencia criminal, el Gobierno alteró progresivamente los parámetros para la clasificación de las muertes violentas.

 

El homicidio es un delito difícil de ocultar. Como se dice popularmente, no se puede esconder a los muertos. Lo que sí puede hacerse es modificar la manera de entender y catalogar las causas de esas muertes. Por ejemplo, en la estadística oficial sobre homicidios no figuran las muertes ocasionadas por ‘resistencia a la autoridad’, es decir, enfrentamientos entre agentes policiales o militares y supuestos delincuentes.

 

En 2014, según el OVV, hubo más de 3000 casos de este tipo. Las cifras oficiales tampoco dan cuenta de los homicidios en recintos penitenciarios. En 2013 fueron 506, según Humberto Prado, director del Observatorio Venezolano de Prisiones. Aunque en 2014 es probable que hayan disminuido, lo importante es que son omitidas varios cientos de muertes.

 

Otros aspectos utilizados para maquillar las estadísticas de violencia homicida en el país son: tomar en cuenta solamente casos, no el número de víctimas, y sacar del conteo las muertes ocasionadas en episodios de tránsito terrestre. Como sabemos, Venezuela tiene una de las tasas más altas de accidentalidad y mortalidad por este concepto. Muchos decesos en las vías pueden ser ocasionados por imprudencia, impericia, negligencia o inobservancia de las normas, con lo que pueden entrar en la categoría de homicidios culposos.

 

Permanente crecimiento

 

Desde 1999, las cifras de homicidios en el país han tenido un crecimiento continuo, con la excepción de los años 2001 y 2004-2005, en las que hubo leves descensos sucedidos por nuevos incrementos. En este reporte solamente se incorpora los totales del último quinquenio.

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Fuente: OVV

En febrero de 2010, el Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz inició la aplicación del Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), que contempló la incorporación de numerosos efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en actividades de policía preventiva.

 

Como la violencia criminal no disminuyó, en junio de 2012 el entonces presidente Hugo Chávez ordenó la aplicación de la Gran Misión A Toda Vida Venezuela. La militarización de la seguridad ciudadana se acentuó en la práctica, aunque en el plano retórico se colocó el acento en el reforzamiento de un ‘nuevo modelo policial’, cuyo exponente más claro sería el Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana.

 

En mayo de 2013, el nuevo presidente Nicolás Maduro anunció la implantación del plan Patria Segura. El mandatario llegó al poder luego de una breve campaña electoral, en la que se definió como “heredero de Chávez”. En esta línea, el dispositivo fue definido como una parte de la Gran Misión A Toda Vida.

 

Con Patria Segura las fuerzas militares venezolanas terminaron por incorporarse a plenitud en labores de seguridad. La Policía Militar, unidad del Ejército diseñada para la vigilancia de instalaciones castrenses y captura de desertores, fue emplazada permanentemente en parroquias como Coche, algo que hizo de manera provisoria en la época del Dibise. También tuvo una breve pasantía en el municipio Sucre del estado Miranda. La Milicia Bolivariana erigió su tienda de campaña en Catedral. La Policía Naval fue desplegada en Vargas y Anzoátegui.

 

Cabe señalar que los soldados de estas unidades carecían (y carecen) de formación para labores preventivas. Pronto se vieron las consecuencias, con homicidios por uso inadecuado de las armas de guerra o excesos en el uso de la fuerza “potencialmente letal” en Táchira, Zulia, Falcón y Miranda.

 

En el marco de Patria Segura, los militares terminaron por transformarse en factores generadores de violencia, y no en parte de la solución. Las estadísticas además indican que al desplegarse no disminuyeron los totales generales de homicidios, aunque posiblemente mitigaron la criminalidad en puntos específicos del país.

 
Hablemos de tasas
 
¿Cómo saber si la violencia homicida en Venezuela es más o menos intensa que la de otros países?

Con esta finalidad, las cifras de homicidios son transformadas en “tasas”. No son más que una proporción de casos por cierta cantidad de habitantes. La tasa más habitual en investigaciones criminológicas es la de #casos x 100.000 personas. Esto permite hacer comparaciones.

 

El último cálculo de la Organización de Naciones Unidas, hecho sobre estadísticas de 2012, sitúa a Venezuela con la segunda tasa de homicidios más alta del mundo (53,7 x 100.000 habs), solamente superada por Honduras. A juzgar por el ritmo de homicidios de los últimos dos años en las Américas, esta situación se mantiene inalterada.

 

Para ese mismo año, las tasas de homicidios en países con guerras o recientemente afectados por ellas, como Afganistán e Irak, fueron respectivamente 6,5 x 100.000 habitantes y 8 por 100.000 habitantes. Entonces, de acuerdo con la última medición disponible, podría señalarse que Venezuela es ocho veces más violenta que Afganistán y 6,7 veces más violenta que Irak.

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