En Venezuela, a la tos la preceden el susto y el llanto.
Las precarias condiciones del sistema de salud en el país, acumuladas durante años, se hacen más visibles cuando ocurren eventos como el Covid 19.
El lastre de la corrupción hunde y arrastra las mínimas condiciones de protección sanitaria que exige la población venezolana.
Tener tos, o un trastorno de salud -cualquiera que sea- es un verdadero reto de supervivencia. No hay agua, no hay medicinas, falla la energía eléctrica, escasean los médicos especialistas, no hay cómo llegar a los centros de atención por falta de combustible, el personal -enfermeros, técnicos y especialistas- sobreviven a duras penas con salarios miserables. Por cierto, como la mayoría de los venezolanos.

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