La trepidante historia de una implacable lobista que inicia una cruzada personal en la lucha por el control de armas en Estados Unidos cerró, con broche de oro, el primer ciclo de cine foros “Como robar a un país”, con los acertados comentarios de la analista Collete Capriles y la activista por los derechos humanos y exdiputada Manuela Bolívar

Transparencia Venezuela, 3 de agosto de 2023. Con el thriller político Miss Sloane (o Sola contra el mundo) se despidió el primer ciclo de cine foros “Como robar a un país”, organizado por Transparencia Venezuela y el proyecto Jóvenes Anticorrupción, que de la mano de Gran Cine y con el apoyo de la Unión Europea, inició el jueves 22 de junio. La proyección de la cinta dirigida por John Madden y protagonizada por Jessica Chastain, retrata la trepidante historia de una lobista política que inicia una cruzada personal en la lucha por el control de armas en Estados Unidos.

El eje temático de la producción sobre la pugna de poderes detrás de decisiones políticas claves  y el rol de las mujeres como factor decisivo desde el punto de vista electoral,  convocó a la reflexión a dos voces autorizadas en la materia, la reconocida analista Colette Capriles y la exdiputada a la Asamblea Nacional y activista por los derechos humanos Manuela Bolívar, quienes ofrecieron, cada una desde su particular punto de vista, un paralelismo entre el mensaje central de la película y la realidad política venezolana.

Capriles señaló que el largometraje es un retrato de las prácticas políticas en Estados Unidos país que tiene un sistema muy particular. “El tema es cuál es la relación entre fines y medios, ¿el fin más alto autoriza el uso de medios que no son tan elevados? Ese es el tema de cualquier práctica política. Es el lugar en donde se encuentra la política con la ética, o es el límite que la ética le pone a la política. Particularmente creo que no son dos reinos separados, pero si hay una especificidad de la actividad política, en donde los límites de la acción a veces tienen que ser movidos de acuerdo con el contexto y el fin que se persigue”.

Aunque la analista sostiene que Miss Sloane lleva al extremo el dilema de los límites en lo que parece una cruzada personal de la protagonista -cuyos intereses nunca quedan claros en el filme-, para  Bolívar la película muestra cómo funciona una institucionalidad en la que se establecen límites a unas estructuras que financieramente tienen la manera de mantenerse, pero también el peso que tienen las decisiones personales en ese sistema.  “En la medida en que se creen contrapesos personales vienen los límites. Ella estaba completamente sola contra todo un sistema. Los políticos deben tener un piso, sino te pierdes en medio de esos intereses”.

Intereses vs contrapesos

Colette Capriles coincidió en que en la política no todo está escrito, pues pese a que existe un marco de leyes, hay mucho de responsabilidad personal en la manera de hacer las cosas. “Hay prelación dentro de los actores políticos, de fuerza, de contrapeso, de intereses, que están abiertamente mostrados en la película, y eso forma parte de la cultura política de Estados Unidos. En la nuestra, en cambio, la expresión abierta de los intereses no es común. Aquí el debate no habla de los intereses sino que estos se construyen como posturas morales donde alguien representa el bien y el otro es el mal absoluto”.

Dos detalles llamaron la atención de la analista por considerarlos simbólicos dentro de lo que es la política estadounidense. Uno fue el inicio de la película, que se desarrolla en el edificio Watergate, en clara referencia al escándalo que derivó en la renuncia del presidente republicano Richard Nixon. El otro fue en la escena final, que según Capriles concluye muy al estilo del puritanismo estadounidense, donde el culpable se redime, y esos intereses que lo llevaron a actuar de forma equivocada contribuyeron a la causa aparentemente justa.

“Eso representa la idea de que hay que reconocer los intereses del otro, no porque sean buenos, sino porque son sus intereses. En ese país los votantes saben quiénes financian a los candidatos y esos financistas tienen mecanismos de control y contrapeso. El mensaje es el sistema se autocorrige, no todo es el medio sobre el fin. Eso nos hace pensar como se hace política realmente, desde el reconocimiento de los intereses, cuando la realidad es no se puede hacer política si uno no tiene un interés o uno no representa a una parte de la sociedad que tiene ciertos intereses”, argumentó Capriles.

Ambas expositoras coincidieron en que el lobismo es un sistema que funciona porque tiene un contrapeso y porque el sistema político estadounidense tiene sus propios controles. Sin embargo, tal como señaló Manuela Bolívar, la realidad y el sistema político venezolanos impiden ese tipo de contrapesos. La exdiputada destacó que para un político es duro exponerse al escrutinio público. No obstante, enfatizó que estar a la vista es algo intrínseco del activismo. Recordó que anteriormente  la sanción moral se expresaba en lo que se conocía como “voto castigo”, que hoy prácticamente ha desaparecido, y en eso intervienen también los medios de comunicación como un poder.

Para ambas foristas, el  mensaje que deja la película es básicamente una reflexión sobre el  papel de la sociedad al servir como contrapeso del poder corrupto junto con los límites institucionales, ya que minimizan el impacto negativo que esos intereses puedan generar, algo en lo que una vez más coincidieron no ocurre en Venezuela, donde, tal como apuntó Capriles, el Estado es percibido como un gran proveedor, con sus propios intereses y eso lo convirtió en enemigo de la sociedad y dejó a los ciudadanos sin la posibilidad de ejercer presión.

Sobre el rol de las mujeres, Bolívar comentó que además de la protagonista (Chastain como Madeline “Elizabeth” Sloane), otro rol femenino clave en la trama fue el de Esme Manucharian, interpretado por Gugu Mbatha-Raw, pues en su opinión no hay nada que tenga mayor peso para inclinar la balanza que el testimonio de una víctima. “Ella fue conectora para mucho de lo que pasó en la segunda mitad de la película, pero al mismo tiempo fue revictimizada y utilizada por esos intereses”.

En medio del análisis de la cinta, las ponentes respondieron a preguntas de la audiencia relacionadas con la posibilidad de un cambio en la realidad venezolana. Ambas coincidieron en la importancia de denunciar la corrupción y de la participación de los ciudadanos como agentes de contraloría social y de presión para que se produzcan los cambios que demanda el país, en un contexto altamente desafiante donde los  contrapesos son prácticamente inexistentes y los intereses de grupos de poder socavan las libertades.

Tras el éxito obtenido en su primera edición, “Cómo robar a un país” irá a las regiones, a partir del 21 de agosto, cuando comenzará un ciclo de cine foro en Barinas, con Bad Education.

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