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La desesperación marca “El reino de la corrupción”

Proyección de El Reino, Cine Foro "Cómo robar a un país"

Proyección de El Reino, Cine Foro "Cómo robar a un país"

La segunda proyección del cine foro fue «El Reino».

Una película ganadora de siete premios Goya; su protagonista, el actor y periodista Antonio De La Torre, se llevó uno de ellos. La historia inspirada en el caso Gürtel, una trama de sobornos en torno al PP español que estalló en 2009, fue la segunda proyección del I ciclo de cine foro de Transparencia Venezuela y la Red de Jóvenes Anticorrupción, comentada por las activistas de DDHH Lexys Rendón y Susana Raffalli

Transparencia Venezuela, 13 de julio de 2023.- Un político es delatado por sus compañeros de partido, una camarilla de corruptos, y cuando acude a ellos en busca de protección, todos le dan la espalda. Le huyen como a la peste. Recibe patadas y portazos en la nariz… hasta que decide arrastrarlos a todos a su misma suerte y todo empeora. Es Manuel López Vidal, quien piensa que es normal ser corrupto y, por lo tanto, es víctima de una situación injusta. Pero, en su intento por desembarazarse de las consecuencias de sus actos, emprende una carrera contra el tiempo y el poder, del que una vez formó parte.

Estrenado en 2018 y dirigido por Antonio Sorogoyen, el docudrama español tiene elementos imprescindibles para abordar el tema de la corrupción. Un tema que, en Venezuela, cobra enormes dimensiones. En el Índice de Percepción de la Corrupción 2022, Venezuela obtuvo 14 puntos, la tercera calificación más baja entre 180 países, con base en una escala de 0 a 100, donde 0 es el peor desempeño. El país, en la región, está por debajo de Nicaragua (19), Honduras (23) y Guatemala (24).

Naturalización de la corrupción

Parece mentira, pero la corrupción ocupa, desde hace cinco años, el segundo lugar entre las preocupaciones de los españoles, después del desempleo, de acuerdo con las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas CIS y, según Transparencia Internacional, en los últimos 25 años la corrupción no ha parado de agudizarse. En tanto, el Fondo Monetario Internacional advirtió que solamente la prevaricación política supone 2% del PIB mundial por año; es decir, 1,5 billones de dólares. Y puede que se haya quedado corto.

En este contexto y con la trama de la película como marco, Lexys Rendón, del Laboratorio de Paz y Provea, abrió el debate con una reflexión acerca de los factores de orden ético implícitos en la corrupción, ante los que se pueden poner banderas y decir, hasta aquí. “Hasta qué punto esas personas reflexionan en torno a que, lo que se está haciendo, no está bien y se es parte de una cadena de corrupción. La película es como una escalera que te va llevando a profundizar. Es una red de complicidades que termina deshumanizando y apartando de esas cosas que nos hacen garantes del bien público, incluso de la familia”.

Lejos de admitir que se equivocó, el protagonista de El Reino se muestra a sí mismo como víctima, incluso héroe, porque recoge evidencias que implican a los grandes chivos del poder. Y, justamente, al final del film, una periodista le dice la verdad en su cara, pero no sabemos si él llega a admitir alguna responsabilidad.

“No es solo un tema de los privilegios que pudiera haber tenido, sino que en su propio entorno familiar no hay conciencia verdadera acerca de las implicaciones éticas de las prácticas corruptas. Su esposa solo se preocupa del patrimonio de su hija. Es como una decadencia, una serie de comportamientos que son admitidos, solapados, y todos los personajes forman parte de una cadena que los hace sentir protegidos, pero también están desprotegidos ante la falta de conciencia acerca de esas cosas que no se hacen bien”, profundiza Rendón.

Otro tema que plantea Rendón es que la indignación no existe, cuando es ese el sentimiento que debería motivar el desacuerdo y decir “no lo voy a hacer, y salirte de ese círculo, incluso a costa de tus propios privilegios, que al final es lo que estamos viendo en Venezuela: esa desvirtuación de lo que significa esta cadena de poder y todas las consecuencias que puede generar para un país en materia de derechos humanos, una emergencia humanitaria compleja o crear un sistema paralelo hasta los tiempos que corren”.

Todavía parece que no se identifica que la corrupción es causa de la pobreza, que “no se entiende como si eso fuera un problema y termina pareciendo como una naturaleza propia de la política. Que es un monstruo contra el cual no te puedes enfrentar, que tiene demasiadas cabezas y se normaliza”, dijo Rendón.

 

La impunidad, amparo de todos los vicios

Coordinadora de Comunicaciones de Transparencia Venezuela y moderadora del foro, Benytsa González recordó que el personaje, Manuel López Vidal, argumentaba a su favor que la corrupción no era nueva y esa era su excusa para hacerlo. “Entonces no es el hecho de ¿por qué eres corrupto? Sino de ¿por qué no?, y aquí entra el concepto de impunidad, porque el poder protege al poder, donde están los funcionarios, los empresarios, el sistema de justicia”.

Rendón puntualizó que, además, parte del problema es que se va perdiendo credibilidad ante las instituciones, porque si denuncias, lejos de recompensarte con justicia, se criminaliza al denunciante, se le persigue y se pone en riesgo su vida.

“Ojalá que el guion de los venezolanos fuera tan claro como el guion de la película —dijo Susana Raffalli, de Cáritas de Venezuela– porque muchas veces siente uno que eso es lo que está pasando aquí. ¿Por qué ahorita con los de Pdvsa caen unos y otros no? Pareciera que alguien tiene que caer y bueno, ´empiecen ustedes`. Pero aquí también tenemos un gobierno al que nadie le cree. ¿En qué momento se deshace? o ¿hay que vivir con esta maraña todo el tiempo?”.

“Desde la primera escena —continúa Raffalli- era tan desagradable. Viéndolos comer esas cigalas. Uno ve esa decadencia y, sin embargo, Manuel le dice: ´te has comido cuatro´. La película está hecha para que uno establezca empatía con el corrupto. Me llama la atención cómo uno se deja conquistar por el personaje. Y la esposa lo ayuda, le transfiere dinero”.

Entre los asistentes, la película también provocó algunas consideraciones. Joelys Altuve, miembro de la Red de Jóvenes Anticorrupción, advirtió que “el público está viendo la película desde la posición del personaje; entonces, a uno lo humanizan ciertos aspectos de su día a día, tocándote esa membrana emocional. Si lo hubiésemos visto desde la distancia, viendo toda la trama en general, probablemente no hubiésemos tenido ningún sentimiento de compasión con él”.

Otro miembro del público recordó que en Zimbabue la corrupción era tal que nadie se salvaba, porque no había manera de sobrevivir fuera del sistema; y en Venezuela, durante 2013, con una hiperinflación y una escasez de bienes de consumo, no había manera de sobrevivir. Fue la época del bachaqueo, del mercado negro…

Al respecto, Rendón puntualizó que algo que le da estructura a la corrupción es cómo hacer para que, en lugar de señalar a los culpables, las personas pasen a formar parte de las tramas, de los privilegiados. Tanto es así que López, prácticamente, extorsiona a una colega renuente para que reincida y firme unos documentos. Pero, María Fernanda Sojo, periodista de Transparencia Venezuela, recordó que, gracias a los que deciden arrastrar a los demás, se resuelven muchos casos de corrupción, y por eso existen rebajas de pena para quienes delatan a sus cómplices.

Por su parte, Iván Zambrano, cineasta y documentalista de Gran Cine, recordó que se necesita freír un pez gordo para mostrar que no hay impunidad, porque es un mensaje de que, por más poder que se tenga, siempre puede haber un castigo. Pero, cuando hay esos grupos de poder, se opta por favorecer a unos sacrificando a los otros. Y eso, al menos, “puede representar una ruptura de esa situación endémica que es la corrupción generalizada”.

Seguimos con La lavandería

El I ciclo de cine foro continúa el próximo jueves 20 de julio, de 3 a 6 pm, con la proyección de La Lavandería (de 2019), película de Estados Unidos, bajo la dirección de Steven Soderbergh. En esta historia, una viuda, encarnada por Meryl Streep, pierde el dinero de su seguro en una estafa y se lanza en una búsqueda de respuestas que la lleva a dos astutos abogados, Mossack y Fonseca, propietarios de un bufete que, en la vida real, se vio involucrado en el escándalo de Los Papeles de Panamá. Soderbergh nos relata en este film diferentes historias que develan el camino del dinero sucio.

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