Alumnos de sexto grado denuncian la escasez en su comedor

36 niños de sexto grado tenían como tarea escribir una noticia. Siete de ellos decidieron  entrevistar y recoger los testimonios de sus maestros, sus directivos, las cocineras de su comedor y sus compañeros de escuela más pequeños para escribir con fundamentos que en su escuela no reciben alimentos desde el pasado 16 de marzo.

Integración Comunal es uno de los barrios más desfavorecidos y peligrosos de Maracaibo. A este se accede tomando la circunvalación número tres y tiene como zonas vecinas la Industrial y la sede del CICPC. Aquí, los planteles escolares accesibles para los habitantes son los del barrio Lilia Perozo de Zambrano, y la Unidad Educativa Manuel Ángel Puchi Fonseca.

Esta última se ubica en la avenida principal de Integración Comunal. Un miércoles a las 9 de la mañana la soledad reina aún en esta vía, que es la principal. Dentro de la institución, las cocineras y los directivos siguen en la espera de los alimentos que el PAEZ (Programa de Alimentación Escolar del estado Zulia) debería haberles llevado hace ya más de 20 días, hasta la fecha.

“A veces llegan, a veces no”, les dijo el subdirector de la primaria a los niños reporteros. A su vez, les explicó que este programa “es un beneficio que reciben de la gobernación del estado Zulia bajo la administración de Arias Cárdenas”.

La Unidad Educativa Manuel Ángel Puchi Fonseca tiene tres ciclos a su cargo: preescolar, primaria y secundaria. Como están separados físicamente, los estudiantes de la secundaria tienen una diferencia: ellos cuentan con una cantina escolar, en la que pueden comprar lo que los regentes de la mercancía venden a precios de contrabando. Por el contrario, los niños de la primaria no tienen otra forma de adquirir alimentos aparte de un comedor sin insumos.

Uno de los estudiantes del séptimo grado al que entrevistaron los minireporteros les declaró que las personas de bajos recursos son las más perjudicadas por sus necesidades. Así una minúscula estudiante de quinto grado,  les confesó que le da mucha hambre y no se puede concentrar en sus actividades.

Los alumnos no pararon en su búsqueda de fuentes y se consiguieron con quien les habló de los efectos irreparables: “Esta situación baja la matrícula escolar y el rendimiento académico. Los niños sin comida pasan hambre”. Fue una maestra la que les puso al corriente de la trascendencia del hecho que decidieron denunciar.

Al final de su jornada investigativa, debieron redactar la noticia. Era la hora del receso. En el salón de sexto grado, pocos, un 15% de la totalidad de los alumnos, fueron a desayunar. Estos salen de su aula porque adentro se quedan los que no tienen qué comer.

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