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Historia 4

El fin de la Pdvsa internacional

En manos del chavismo, la petrolera venezolana vendió decenas de sus activos en el exterior, sin rendir cuentas de los recursos obtenidos. Citgo en EE UU fue disminuida al mínimo y luego fue empeñada en una negociación que aún se dirime en tribunales. Ruhr Oel en Alemania fue vendida en su totalidad, y hasta se perdió el alquiler de la refinería de Curazao. Más recientemente se dio la venta de 35% de las acciones en Nynas AB en Suecia, con lo cual se acabó por completo el plan de internacionalización ejecutado por la estatal en los años 80

AHIANA FIGUEROA/CARLOS CAMACHO

Transparencia Venezuela

Transparencia Venezuela, agosto 2020. La infraestructura de refinación petrolera en el exterior fue uno de los activos más importantes de Venezuela. Y se dice fue, porque lo que empezó a formarse y a fortalecerse en los años 1980, ya en 2020 ha desaparecido casi totalmente.

Con refinerías de petróleo y asfalto 100% propias, participaciones accionarias, contratos de alquiler (leasing), asociaciones con empresas líderes y contratos de suministro, Petróleos de Venezuela (Pdvsa) fue por décadas, la única empresa petrolera Latinoamericana con acceso a refinerías en todo el mundo. Solo la venezolana llegó a tener un importante circuito internacional con capacidad para refinar más de 3 millones de barriles diarios (b/d) repartidos en el Caribe, América Latina, Estados Unidos y Europa.

Durante la gestión de Hugo Chávez y en la era de Rafael Ramírez en Pdvsa, se inició la venta de los activos al argumentar que las refinerías no aportaban dividendos y generaban pérdidas, aunque la estatal ofreció poco de estos datos en sus informes de gestión. Se aseguró, además, que la medida formaba parte de un plan para salir de “activos no estratégicos y no alineados” con las políticas de alianzas comerciales que requerían tanto la petrolera como el país.

No obstante, de acuerdo a fuentes vinculadas con la industria, que prefieren mantener sus nombres en reserva, las refinerías en el exterior aportaban en ingresos anuales unos US$ 500 millones en promedio.

“La Citgo no debe costar menos de US$ 10.000 millones. Solo si la vendiéramos y colocásemos ese dinero en unos bancos con los intereses habría dividendos al año de no sé cuánto. Como mal negocio es la Citgo”, dijo Chávez en 2010

La primera refinería con que Pdvsa comenzó su proceso de liquidación de activos en el exterior fue Antwerp, ubicada en Bélgica, al desprenderse de 50% de la participación accionaria que tenía en la empresa, con una capacidad de 14.000 b/d. Su venta se produjo, justo después del paro petrolero de los años 2002 y 2003.

Desde entonces, la petrolera siguió con su política de venta de activos y pasó de tener la propiedad o el acceso a 24 refinerías dentro y fuera de Venezuela en 1999, a contar con solo 9 en 2020, de las cuales tres corren riesgo de perderse por estar envueltas en una polémica negociación.

En todas estas operaciones ha imperado la opacidad. Se desconoce cuánto fue el monto obtenido por las ventas, si hubo un avalúo, si se llevó a cabo un proceso de licitación y si los recursos se invirtieron en la propia industria. Las cifras oficiales solo precisan que Pdvsa recibió US$ 2.000 millones en dividendos por la venta de un grupo de refinerías de Citgo Petroleum Corporation en Estados Unidos, así como US$ 1.600 millones por otras cuatro ubicadas en Europa. 

Lo que sí es un hecho es que no hubo rendición de cuentas en la Asamblea Nacional, y que Pdvsa es hoy una empresa mucho más pequeña en patrimonio y activos, con una infraestructura nacional en ruinas por falta de mantenimiento y con una constante pérdida de su negocio petrolero al mostrar una caída histórica de 2,7 millones de b/d en su producción y a su mínimo en 77 años (393.000 b/d a junio 2020).

El plan de internacionalización

La junta directiva de Pdvsa supo en los años 80 que por el tipo de petróleo pesado que existe en Venezuela, era necesario crear una empresa que pudiera garantizar la colocación del crudo en los mercados internacionales.

El experto petrolero y exministro de Petróleo, Humberto Calderón Berti, recuerda que el plan de internacionalización de la industria comenzó en 1983 en Alemania. Consistía en la adquisición de refinerías, redes de distribución y terminales de embarque situadas en el exterior. Recalcó que el programa no solo se limitó a la compra de los activos, sino que en muchos de ellos se llevaron a cabo proyectos de modernización y expansión.

“Varias de esas refinerías eran muy apropiadas para refinar el crudo pesado de Venezuela. Además, situaba a Pdvsa como una de las empresas con mayor capacidad de refinación a nivel mundial y daba la posibilidad de contar con una red importante para la salida de nuestro crudo, sobre todo en momentos de dificultades en el mercado internacional”, afirmó.

Es por ello que Pdvsa decide comprar Citgo Petroleum Corp. en 1986, la tercera red de refinerías y estaciones de servicios en Estados Unidos; adquirir la mayoría accionaria de la alemana Ruhr Oel y Nynas AB en el corazón y norte de Europa, y compra activos en Bahamas y Curazao.

Era, por decir lo menos, novedoso e inusitado que una estatal petrolera del Tercer Mundo desarrollara este tipo de adquisiciones en Europa y los Estados Unidos. A la fecha, ni Pemex, Petrobras o Ecopetrol lo han intentado siquiera. Bolivia no tenía ni petrolera estatal en ese entonces y Ecuador carecía de ente regulador.

El economista y analista petrolero, Luis Oliveros, recuerda que este plan de internacionalización tuvo muchas críticas, incluso en el exterior. Una de ellas era que ese crudo que Pdvsa necesitaba colocar en el mercado internacional se vendía con descuento en sus propias refinerías ubicadas fuera del país. Sin embargo, acota que la Pdvsa de ahora ha estado haciendo lo propio debido a las sanciones y a que las refinerías de Asia y Europa no están queriendo refinar el crudo pesado venezolano.

Explicó igualmente que en ese entonces no había tanta competencia en el mercado norteamericano como existe hoy, por lo que había bastante seguridad en vender el petróleo.

“Pareciera que hay cierta razón en criticar el tema de la internacionalización de Pdvsa. Fue un plan ambicioso. ¿Produjo dividendos? Se ha señalado que reportaban pérdidas y que éstas estaban relacionadas a la venta de petróleo con descuento. Otro punto además es que no todas estaban procesando crudo venezolano y esa fue una de las razones de la venta de las refinerías en Europa”, señala.

Oliveros afirma que las directivas de Pdvsa en ese entonces debieron ser más transparentes en sus argumentos sobre los resultados del plan de internacionalización, al explicar que aunque no se reportaban altos dividendos, si era posible asegurar la colocación del crudo venezolano en el exterior y especialmente en el mercado norteamericano.

“En la vieja Pdvsa también se tuvo la idea en que era necesario invertir los recursos extraordinarios y prefirieron comprar activos en el exterior. Esta fue otras de las críticas, se señalaba que esos recursos debieron ser entregados al Estado para ser invertidos dentro del país. Lo que llamaban el Estado dentro del Estado. Pero aquella Pdvsa generaba más ingresos, más divisas, tenía una mayor contribución en la economía, con una mayor producción y con la mitad de los empleados que la actual Pdvsa”, sostiene el economista.

Calderón Berti señala que durante la antigua Pdvsa, varios funcionarios dentro de la industria rechazaron el plan de internacionalización, y que luego muchos de ellos fueron los que durante la era chavista impulsaron la desincorporación de estos activos. “Desde un punto de vista ideológico, desde un principio estuvieron en desacuerdo con esta política de internacionalización”.

Oliveros coincide con esta apreciación. “Para los asesores del chavismo todo lo que hizo Pdvsa antes fue malo. Criticaron desde la apertura petrolera hasta el plan de internacionalización. Siempre le vendieron la idea a Chávez de que había que salir de esos activos en el exterior. Con la bonanza petrolera no había problema en seguir manteniéndolos, pero cuando los problemas con Estados Unidos aumentaron, trataron de salir de esos activos sobre todos los de Europa que no estaban generando muchas ganancias”.

Al mejor postor

En 1999, la industria petrolera venezolana ostentaba la propiedad o tenía acceso a 19 refinerías y plantas de asfalto en EE UU, Inglaterra, Alemania, Suecia, Gran Bretaña, Bélgica y Escocia; ahora solo quedan tres hasta la fecha en territorio norteamericano a través de Citgo y una participación minoritaria en Nynas que se redujo durante la administración de Maduro en 2020. Esas refinerías en su conjunto llegaron a mostrar una capacidad de refinación de más de 3 millones de barriles, es decir, que daban para refinar la producción petrolera total de Pdvsa en ese entonces, que llegó hasta los 3.500.000 de b/d sin necesidad de utilizar refinerías de terceros.

En 2010 y con el slogan “Con la venta de Ruhr Oel Venezuela se desprende de un mal negocio”, Pdvsa vendió su participación de 50% en el circuito alemán de refinerías (Karlsruthe, Schwedt, Gelsenkirchen y Neustadt) en el que estaba asociada a la británica BP. La compradora fue la petrolera rusa Rosneft.

Para Calderón Berti, la venta de las refinerías obedeció más a dificultades económicas que por razones políticas. Con Chávez, a Pdvsa le fueron dadas nuevas tareas y a financiar actividades no relacionadas al sector petrolero, por lo que sus gastos eran muchos mayores a sus ingresos y se requería aumentar el flujo de caja de la compañía.

“De una manera inexplicable empezaron a vender estos activos, y coincidió con los momentos de dificultades económicas. Se vendieron sin pensar sí era conveniente o no. Ya nos habremos quedado con una capacidad de refinación de unos 700.000 barriles diarios, pero antes éramos una potencia”, acota el ex ministro.

Hay que recordar que cada acción venía acompañada de una promesa: se vendieron muchas refinerías, pero Chávez llegó a prometer que se iban a construir 18 refinerías, dentro y fuera de Venezuela, para compensar.

Mientras Pdvsa vendía su participación accionaria en las refinerías, la gestión chavista prometió una refinería con Petrobras, “Abreu e Lima”, en Brasil en 2005. Nunca se dio. Como no se dieron las de Ecuador en 2008 y Siria (Homs) en 2010, ni las tres que se prometieron en China, donde se colocó en 2012 la primera piedra fundacional para una de las estructuras. Tampoco se arrancó otra en Vietnam también ofrecida en 2008.

Uno de los proyectos que se concretó fue la “modernización” de la refinería Cienfuegos en Cuba en 2007, que luego de 10 años entregó Venezuela al gobierno de la isla por no tener los recursos para mantener sus operaciones.

También se establecieron “asociaciones estratégicas” con países de Petrocaribe: se adquirió gran parte de las acciones de Petrojam en Jamaica en 2006 y de Refidomsa en República Dominicana en 2010, esta última por US$ 133,4 millones.

En ambos negocios, Pdvsa perdió el control debido a dificultades económicas y operacionales, que se profundizaron con las sanciones. En el caso de Petrojam las acciones fueron embargadas en 2019 por el gobierno jamaiquino para cobrar la deuda dejada por la petrolera venezolana y sus socios. Igual suerte corre el paquete accionario de Venezuela en Refidomsa.

“Esto fue un contrasentido. Si estaban en desacuerdo con la política de internacionalización, por qué incurrieron en la compra de otras, y prometieron invertir en proyectos fuera de Venezuela”, recalca Calderón Berti.

El embargo

Una de las infraestructuras más importantes de la industria petrolera venezolana es Citgo, la filial de Pdvsa en EE UU. El chavismo siempre tuvo la idea de venderla, sin embargo, comenzó por desprenderse de varios de sus activos y al final la empeñó.

“En 2006 hay un cambio sustantivo en la industria. La Pdvsa del régimen tanto de los últimos años de Chávez y comienzos del gobierno de Maduro cambia su visión y empieza a vender activos. Es entonces que los dividendos ya no empiezan a salir de la operación misma de la empresa, sino que empiezan, como Júpiter, a comer las entrañas de sus hijos. Es decir, vender activos para obtener dividendos los cuales fueron repatriados para Venezuela y ser usados para gasto corriente”, señala Luis Pacheco, presidente de la junta directiva ad hoc de Pdvsa, designada por el gobierno interino de Juan Guaidó.

Recordó que entre 2006 y 2008 se vendieron activos de Citgo que aportaron US$ 2.000 millones en dividendos a la casa matriz Pdvsa. Consideró que esos fondos fueron transferidos al Fonden (Fondo de Desarrollo Nacional).

El Fonden es una empresa estatal que recibió por años recursos tanto de Pdvsa como del Banco Central de Venezuela, y el desembolso de sus recursos fue ejecutado por el presidente Chávez sin ningún tipo de controlaría.

Un total de ocho plantas de petróleo y asfalto integraban a Citgo. La refinería Lyondell en Houston fue vendida en 2006; luego tocó el turno a las plantas de asfalto Paulsboro y Savanah en 2007; seguida de la refinería Chalmette Refining LLC en Luisiana en junio de 2015, de la cual se obtuvo US$ 322 millones.

Mientras, la refinería Merey Sweeney en EE UU quedó en manos de ConocoPhillips tras un proceso de arbitraje interpuesto por la empresa norteamericana por incumplimiento de contrato por parte de Pdvsa.

Los activos de Citgo lo integran en la actualidad tres refinerías con una capacidad de 749.000 b/d y es la única empresa de Venezuela en el exterior, estratégica por su ubicación en EE UU, quien fue por años su principal comprador de crudo.

A juicio de Pacheco, la razón de por qué solo se cuenta con esas tres, tiene que ver con la situación política en Venezuela.

“Tres refinerías son las que quedan de las que llegó a tener Citgo. Todas ellas dirigidas a la colocación de crudo pesado de Venezuela, que lo que era en ese entonces el mercado premium venezolano por varias razones, uno por su capacidad de refinar crudo pesado y otro, porque estaba a unos cinco días de navegación. Estamos hablando de momentos en que Estados Unidos importaba más de la mitad de los crudos que consumía”, dijo.

Aunque por mucho tiempo se habló de la posibilidad de vender Citgo, no fue sino hasta el año 2014 que se conoció que Pdvsa estuvo buscando ofertas por su filial y que esperaba ingresos entre US$ 8.000 millones y US$ 10.000 millones, de acuerdo a fuentes consultadas por agencias de noticias internacionales como Reuters.

Para Luis Oliveros, no era buen momento para desprenderse de Citgo, porque no se iba a conocer en qué se destinaría ese dinero obtenido por la venta.

“Chávez buscó vender Citgo, Maduro a inicios de su gobierno también, pero las ofertas que les llegaron no eran lo que esperaban y optaron por endeudarla y sacarle dividendos. Se plantearon que tener activos en territorio norteamericano no era lo más inteligente ante las complicaciones con el gobierno de ese país. Toda decisión en el chavismo es política, ninguna tiene un fundamento económico. Esto es lo más grave que le ha pasado a Pdvsa, que su manejo ha sido político”, refiere.

Chávez no pudo ver la venta total de Citgo. La administración de Maduro tampoco la vendió, pero la empeñó. En 2017, Pdvsa colocó en los mercados internacionales un bono con vencimiento en el año 2020 y puso como garantía 51% de las acciones de la empresa ubicada en suelo norteamericano. Luego, Pdvsa dejó de pagar sus compromisos con los tenedores de bonos, y especialmente el de Pdvsa 2020, por lo que hoy se corre el riesgo del que el país pierda uno de sus activos más valiosos fuera de sus fronteras.

La última y cuestionada venta

Pdvsa cerró 2019 con un socio comercial menos: el gobierno de Curazao finalizó el 31 de diciembre su contrato de operación de la refinería Isla con la petrolera venezolana. Esta refinería formó parte desde 1985 del circuito venezolano en el exterior, y durante años cumplió con sus envíos de crudo, así como con sus aportes para financiar su mantenimiento.

Las autoridades de la isla holandesa buscaron desde 2018 un operador para reemplazar a la atribulada estatal Pdvsa como arrendataria de la instalación, la cual estuvo casi inactiva debido a la falta de crudo. Al culminar el contrato, no se llegó a acuerdo alguno para su renovación. El primer ministro de Curazao, Eugene Rhuggnaath, señaló que no se obtuvo una “respuesta razonable” por parte de la empresa venezolana.

Esta refinería significó durante 35 años, una salida importante y estratégica del crudo venezolano hacia el Caribe, principalmente.

En 2020 Pdvsa vendió 35% de su participación en la empresa energética sueca Nynas AB, quedándose con 15,1%. La operación fue un misterio y se desconoce el monto de la transacción. Varias fuentes señalaron que el comprador es una fundación sueca llamada Nynasstiftelsen de la que se conoce poco. Esta negociación –por cierto- tampoco pasó por la Asamblea Nacional, liderada por partidos de oposición.

Estas refinerías producen asfalto y aceites nafténicos especializados, dos productos para los cuales el crudo pesado venezolano es un insumo particularmente apropiado, dado sus proporciones de compuestos nafténicos, parafínicos y aromáticos. Los productos asfálticos son usados para la construcción de carreteras y varios usos industriales, mientras que los aceites nafténicos especializados son utilizados principalmente en transformadores eléctricos, como aceites de procesos mecánicos y en la industria de la goma y de la tinta para impresión.

Las sanciones de EEUU contra la petrolera venezolana –de acuerdo a lo señalado en su momento por varias fuentes- fue el motivo por el cual se decidió vender parte de las acciones, ya que la medida del gobierno norteamericano afectaba la operatividad de las refinerías.

Pero lo más importante de esta venta es que implica el fin de la Pdvsa internacional, la global, esa empresa integrada vertical e internacionalmente que era envidiada por muchos países.

Negligencia generalizada

La responsabilidad en la gestión de las finanzas de las empresas propiedad del Estado recae en un conjunto de autoridades. Deben ejercer control sobre ellas:

El Ministerio de Petróleo

El Ministerio de Economía y Finanzas, a través de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre)

El Ministerio de Planificación

La Contraloría General de la República

La Asamblea Nacional

La Superintendencia Nacional de Auditoría Interna

La Superintendencia de la Actividad Aseguradora

El Servicio Nacional de Contrataciones, en cuanto a contratos y compras

La Superintendencia de Bienes Públicos

Todas estas instancias tendrían algo que mencionar con respecto a las ventas de las refinerías y posterior pérdida de activos en el exterior de la industria petrolera. Pero no ocurrió.

Christi Rangel, economista y coordinadora regional de Transparencia Venezuela, miembro de la Coalición Anticorrupción, explica que se incumplieron varias leyes orgánicas al no darse la rendición de cuentas por parte de Pdvsa.

Destaca la Ley Orgánica de Administración Pública, la cual establece en relación a las empresas del Estado en su artículo 79, que los ministros deben informar en su gestión a la AN acerca de la actividad de control que ejerzan sobre los entes que están adscritos a su despacho. “Aquí hay una responsabilidad del Ministro de Petróleo, que le debe exigir datos sobre su gestión al presidente de Pdvsa, pero en los años en que más se hicieron estas ventas de activos fue cuando Rafael Ramírez ejercía estos dos cargos, por lo que hubo un conflicto de intereses”.

Rangel refiere que de acuerdo a lo que señala la normativa, el ministro debió mostrar en su memoria y cuenta los cambios en la composición de los bienes de Pdvsa, si compró activos, si los vendió, qué pasó con esos activos, el valor de los mismos, todo ese detalle de información que el presidente de la estatal debe rendir al ministro.     

Por otra parte, las empresas del Estado están sujetas a la Ley contra la Corrupción, la cual establece en sus artículos 9 y 10 que se debe garantizar acceso a la información del patrimonio de todos los órganos y entes del sector público. Esta publicación debe actualizarse trimestralmente y “debe informar a los ciudadanos sobre la utilización de los bienes, gastos de los recursos que integren el patrimonio (…) pondrán a la disposición de cualquier persona en las oficinas de atención al público o de atención ciudadana que deberán crear, un informe detallado de fácil manejo y comprensión, sobre el patrimonio que administran, con la descripción y justificación de su utilización y gasto”, según dice la norma legal. 

Rangel acota que prácticamente esta norma no se cumple, pero aplica perfectamente a Pdvsa, ya que tenía la obligación de informar sobre lo que estaban haciendo con sus activos.  

Igualmente, la ley señala que el Ministerio de Finanzas debe llevar un registro de la composición accionaria de las empresas donde el Estado tenga participación de su capital y remitirla a la Comisión correspondiente en el Parlamento.

“Cualquier decisión de Pdvsa sobre sus filiales y participación en refinerías debió ser informado a la Onapre y ésta informar de todos los cambios a la Asamblea Nacional. La ley también establece que todos los ministerios deben enviar una lista de los entes bajo su tutela y de cualquier otra empresa que se encuentre en proceso de privatización o liquidación. Es decir, si compran, si venden, si alquilan”, recalca Rangel.

La Ley de Administración Financiera y de la Contraloría hablan de la responsabilidad administrativa cuando no se informa de la gestión, cuando hay incumplimiento injustificado de metas y objetivos. En estas normas están claras que el ministro de Finanzas y la Onapre tienen que ejercer controles, pero la propia Pdvsa tenía que tener activa su unidad de control interno y la Contraloría tenía un papel que cumplir como el de llevar adelante auditorías.     

“Por otra parte, las normas señalan una serie de sanciones cuando se hacen gastos o se contraen compromisos que puedan afectar el funcionamiento de los órganos, entes y empresas públicas”, señala Rangel.

La Ley de Bienes Públicos, por su parte, establece que las empresas o sociedades de cualquier tipo deben remitir con periodicidad y oportunidad la información relacionada al inventario de sus activos a la Superintendencia de Bienes Públicos. Mientras que la Ley Orgánica de Planificación Pública indica que es importante que cada autoridad responda sobre su plan estratégico y operacional. Esto le correspondía elaborarlo a Pdvsa y el Ministerio de Planificación debió hacerle seguimiento.

“En definitiva, Pdvsa si tenía que informar de cambios patrimoniales, sobre compra y venta de activos a la Superintendencia de Bienes; la Onapre y otros entes contralores debieron hacer seguimiento a los recursos obtenidos por esa venta, pero no se ofrecieron detalles en los informes de gestión. A mi juicio, hubo una negligencia generalizada al respecto”, dijo.

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