La salud en Lara en emergencia permanente
La gran mayoría de ellos son jóvenes. Muy jóvenes. Ingresaron a las aulas con la aspiración de formarse, de evitar la enfermedad, de curarla cuando apareciera, de sentir la confianza de aquellos que los buscarían angustiados por el dolor y la incertidumbre de sentirse enfermos, o que les expresarían la más sincera gratitud por haber recuperado el bien más preciado: la salud y la vida.
Estudiaron para servir. Estudiaron para conseguir una legítima y merecida prosperidad en sus vidas. Esa sería una ruta de realización personal y colectiva, la que les permitiría eso que en el imaginario venezolano hemos llamado “progresar”, una línea de aspiración presente en nuestra sociedad con especial vigor a partir de la estructuración del país post petrolero.
“Quiero que mis hijos tengan lo que yo no tuve”. “Estudia. Eso es lo que te voy a dejar”. “MI hijo (a) es médico; ya estoy tranquila”.
Una vieja conseja que se oía en los hogares venezolanos afirmaba que en toda familia debería haber un sacerdote, un abogado y un médico. Así era el aprecio con el que se valoraba la profesión.
Son jóvenes, tienen entre 28 y 36 años, y hoy su quincena compra menos de un kilo de queso. Son los médicos residentes de los hospitales principales de Barquisimeto.
Médicos pobres
“Al pueblo le quitaron el derecho a la atención médico, el derecho a la salud y también a ustedes, a los médicos les han quitado el derecho a ejercer libre y dignamente su profesión, a buena parte de los médicos, porque la culpa no es de los médicos. La culpa es la falta de Gobierno y la corrupción que ha imperado en Venezuela por tanto tiempo”.
Estas palabras fueron pronunciadas por Hugo Chávez durante el programa “Aló Presidente” No. 10, transmitido el 15 de agosto de 1999. Sin duda, con ellas quiso desmarcarse de un pasado que consideró decadente e injusto en materia de salud para anunciar lo que después llamaría la Revolución de la Salud.
Sin embargo, sus frases resultaron no solo premonitorias, sino que apuntó sin querer a lo que ahora constituyen las razones fundamentales de la crisis sanitaria en Venezuela, convirtiendo su legado en la mueca de lo que sus aspiraciones expresaron alguna vez.
La situación salarial de los médicos ha venido en franco deterioro desde hace algunos años y Lara no es la excepción. Los médicos residentes del Hospital Universitario Antonio María Pineda, Hospital Dr. Pastor Oropeza, Hospital Universitario de Pediatría Dr. Agustín Zubillaga, y el Hospital Dr. Luis Gómez López, de Barquisimeto, Estado Lara, han dado el paso a una protesta decidida desde el 03 de marzo de 2018, con expectativa de continuidad en caso que no se satisfagan sus justas demandas.
Los médicos residentes 1 no han cobrado ningún salario durante el año en curso. Los residentes 2, 3 y 4 sólo cobran su salario sin percibir el beneficio de cesta ticket ni el bono nocturno, tal como está legalmente consagrado. En una lista, que aún se considera incompleta, se incluyen residentes en situación verdaderamente crítica: algunos de ellos prácticamente viven en las instalaciones de los hospitales porque son foráneos y no disponen de medios para cancelar el alquiler de una habitación, ni familiares en la ciudad que puedan apoyarlos.
Se alimentan gracias a la solidaridad de sus compañeros e, incluso, de algunos pacientes que comparten lo que a ellos también les falta, a modo de agradecimiento con quienes los atienden y cuidan. Quizás estamos asistiendo a una nueva categoría, entre otras que pueblan esta nueva geografía del horror: el médico en situación de calle.
Esa categoría que ya no se refiere a los “sin hogar”, los “sin techo”, como los catalogan los trabajos sobre exclusión social, sino a profesionales cuya precaria situación socio-económica los ancla al reino de la necesidad más básica, más primaria, burlando con crueldad sus esfuerzos de formación y vocación.
Desesperados ante salarios de hambre y condiciones de trabajo, precarias tanto para los pacientes y sus familias como para el personal de salud, decidieron movilizarse hasta la Comisionaduría de Lara, desde el Colegio de Médicos junto a la organización Médicos Unidos de Venezuela, donde se encontraría Linda Amaro, Directora Regional de Salud del Estado Lara. Allí fueron recibidos por los directores de todos los hospitales de la ciudad de Barquisimeto y Amaro, quien enfatizó lo que consideró una cobertura mediática injusta y exagerada acerca de la problemática, e indicó que el conocimiento y manejo de la situación de los médicos residentes es responsabilidad directa del director de cada centro hospitalario.
Allí comenzó un recorrido en el cual encontrarían una y otra vez explicaciones contradictorias, promesas incumplidas, evasión de responsabilidades que los irían convenciendo de la justeza de su lucha y de la necesidad de continuar las exigencias por sus derechos laborales.
Los médicos residentes de Barquisimeto no están de paro, por cuanto en áreas delicadas como las unidades de cuidados intensivos (UCI), emergencia general, emergencia pediátrica, cirugía y los pisos de hospitalización pediátrica y de adultos se han organizado para mantenerse presentes. Se han suspendido las cirugías electivas y las consultas externas. Esto fue ratificado el día 16 de abril por Rafael Agüero, Director del Hospital Pediátrico en rueda de prensa, cuando afirmó que los residentes han sabido organizarse y que no han faltado a su compromiso con las personas que acuden o permanecen en el hospital.
En cierto momento, se les informó que la Almiranta Carmen Meléndez, Gobernadora del estado, solicitó la precisión de la deuda pendiente y asumiría la responsabilidad de su cancelación. Asimismo, las autoridades se comprometieron a evitar cualquier tipo de retaliación o amedrentamiento, tal como los médicos afirman haber sufrido de parte de los directores de algunos hospitales. Tal es el caso en el Hospital Luis Gómez López, donde los médicos afirman haber sido amenazados de despido si no se presentaban durante tres días continuos, aun estando en la asamblea permanente del Colegio de Médicos del estado Lara y ante la Junta Directiva del colegio.
Ese mismo día se realizó una reunión con la rectora (E) de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), Nelly Velásquez, el decano de Ciencias de la Salud, José Giraldo, el director del Hospital Universitario de Pediatría “Agustín Zubillaga, Rafael Eloy Agüero, el jefe de postgrado de la UCLA y directivos de Sociedad de Médicos Internos y Residentes (Somir). Allí se aprobó que en los días siguientes los residentes de los tres hospitales serían exonerados de asistencia a clases y presentación de evaluaciones.
El día 16 de abril de 2017 se realizó una masiva asamblea de residentes en la sede del Colegio de Médicos, en la que René Rivas, directivo de ese gremio, expresó fuertes críticas hacia Amaro. Entre otras cosas resaltó que la funcionaria es titular de dos cargos en la administración pública: viceministra y directora regional de salud.
Asimismo, cuestionó a Amaro por haber afirmado que ya se había cancelado la deuda a todos los médicos, cuando en realidad más de 200 de ellos no habían recibido su dinero y unos pocos han cobrado doble, lo que da cuenta del desorden administrativo que impera en la salud de Lara.
Las “explicaciones” han sido variadas: desde que el dinero se entregó pero los bancos no pagan, hasta que las cuentas de los médicos están inactivas.
También se denunciaron intentos de amedrentamiento a medios de comunicación y a residentes por parte de María García Lara, directora del Hospital Central Antonio María Pineda. Salarios de hambre, compromisos honrados solo parcialmente, intimidación, pero también escasez de medicinas, deterioro de la infraestructura hospitalaria. No faltan piezas en el rompecabezas de la salud en Lara.
El 17 de abril de 2017 acudieron al llamado por la salud y la vida y se reunieron frente a los hospitales acompañando la protesta nacional.
“Esta situación es crítica para los médicos, para las enfermeras, para los pacientes. El salario base de un médico es de Bs. 700.000,00, lo cual es inaceptable”.
“Hasta que cobre el último”, es la promesa de los residentes para mantenerse en Asamblea Permanente, en la voz del Dr. Daniel Despujos, presidente de SOMIR.
Los Médicos Residentes de Lara se preparan para iniciar Asamblea y denuncian su crítica situación para Transparencia Venezuela @NoMasGuiso @LaPerco @desireegm pic.twitter.com/2YF9MHFDZJ
— Yonaide Sánchez (@YonaideSF) 16 de abril de 2018
En “el pediátrico” todo está bien
“En Venezuela, la medicina y la salud es para todos”, afirmó Nicolás Maduro en una transmisión conjunta de radio y televisión el lunes 16 de abril de 2018, cuyo contenido publica el diario Versión Final de Maracaibo.
Ese mismo día, el director del “Hospital Universitario de Pediatría Dr. Agustín Zubillaga” de Barquisimeto, Rafael Agüero, convocaba una rueda de prensa en la cual estuvo presente Transparencia Venezuela junto a diversos medios de comunicación, para explicar y desmentir la información según la cual se había incrementado la tasa de mortalidad en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital. Afirmó que en el mes de abril no hubo 10 neonatos fallecidos sino cinco y por razones asociadas a su condición prematura, condición congénita e infección postnatal.
Después de haber culminado la rueda de prensa, la impresión que deja el director es que en el hospital pediátrico todo está bien.
En cuanto a insumos y servicios: ¿Todo va bien?
Rafael Agüero, director del “Hospital Universitario de Pediatría Dr. Agustín Zubillaga”, reconoció que es difícil conseguir medicamentos y material médico quirúrgico y que algunos antibióticos tienen un costo por el orden de Bs. 5.000.000,0, lo cual limita su disponibilidad. Sin embargo, destacó los esfuerzos del Gobierno Nacional y regional para garantizar el suministro y afirmó que no hay carencias significativas.
El 21 de febrero de 2018, el diario “Noticias Barquisimeto” reportó que la “Gobernadora Carmen Meléndez entregó Insulina NPH, Cristalina y Lantum con sus respectivas jeringasa 112 pacientes, para el tratamiento de la diabetes”. Sin embargo, en términos generales, tres madres de pacientes hospitalizados afirmaron a Transparencia Venezuela que tuvieron que comprar analgésicos, material para enyesar y pagar exámenes y tomografías pues el hospital no cuenta con estos servicios.
Un personal de enfermería nos informa que antibióticos como Clindamicina suelen faltar, y otros como Meropenen, que se utiliza para tratar infecciones por bacterias, no están disponibles y las familias deben conseguirlos por sí mismas. No hay cremas para las quemaduras ni en el hospital ni en las farmacias. Los antibióticos faltaron durante un tiempo, nos informa personal de salud, y por esta razón se colocaban dosis menores a las indicadas, lo cual puede generar resistencia bacteriana o acarrear la muerte incluso.
Tampoco hay tratamientos para nebulizaciones y el sistema de recambio de equipos que tiene el hospital, -aunque está diseñado para evitar robos o despilfarro-, hace que a veces haya demoras en disponer de guantes y otros materiales.
Una madre comenta lo siguiente para Trasparencia Venezuela:
“En el tercer piso, que es de Neonatología, en una misma área puede haber hasta 10 bebes prematuros sin separación ni privacidad entre ellos y en las tardes hay una sola enfermera para los neonatos”.
Sin embargo, personal de salud afirma que no hay hacinamiento, pues hay cupos predeterminados y no se admiten ingresos que superen este número de cupos. Lo que sí es cierto es que la demanda crece puesto que “cada día son más los nacimientos antes de término, precisamente por las malas condiciones de las madres durante los embarazos”.
En el Hospital Central Antonio María Pineda también hay prematuros en las mismas condiciones. Donde sí hay hacinamiento –según nos informan-, o más bien una demanda que supera la capacidad del hospital, es en áreas como Emergencia y Atención Médica Inmediata (AMI), lo que provoca que en ocasiones haya que hacer tratamientos en áreas inadecuadas para salvar una vida. Sin duda, el compromiso y dedicación del personal de salud de este hospital es claramente reconocido por todos.
En cuanto a otros servicios, en el Hospital Pediátrico, el laboratorio tiene 4 años sin funcionar, pero se está terminando de acondicionar un espacio y esperan que en una semana comiencen a ofrecer servicios de hematología completa y posteriormente, de química sanguínea. Agüero afirma que la gobernadora, almirante Carmen Meléndez, ya está gestionando un tomógrafo y en poco tiempo estará a disposición de los larenses.
¿Y el agua y la alimentación va mejorando?
Una situación que genera preocupación e indignación es la referida a la falta de agua en el hospital. En efecto, Rafael Agüero confirmó que se registró una “explosión” de tuberías que generó un gravísimo problema de aguas negras, lo cual se suma a que en el mes de enero robaron las bombas de agua de la consulta externa.
Pacientes y personal del hospital comentaron a Transparencia Venezuela que la situación ha sido muy dura y de significativo riesgo para la salud de los pacientes. Agüero, director del centro asistencial, afirma que las bombas “se instalarán nuevamente” cuando “dispongamos de sistemas de seguridad”.El día 16 de abril de 2017 no hubo agua en el hospital. Las enfermeras y personal de mantenimiento recolectan agua, no hay Clorexidina y el lavado de manos –tan crucial en un centro de salud- no puede hacerse con la frecuencia y rigurosidad debidas.
La alimentación del personal y los pacientes ha sido otro aspecto difícil, por cuanto hubo serios problemas con la compañía que suministraba los alimentos, por lo cual ahora los obtienen a través de Mercal.
“Los pacientes tiene su alimentación balanceada, incluyendo el proteico”, se señala.
Efectivamente, madres entrevistadas por Transparencia Venezuela confirmaron su satisfacción por la comida que reciben los niños: arepa, pollo, avena, entre otros alimentos y la consideran adecuada, aunque en muchas ocasiones, deben completar llevando de sus hogares, lo cual se suma a los gatos por exámenes, medicamentos e insumos de los que no dispone el hospital.
Respecto a la situación general, nuestra organización tuvo la oportunidad de recorrer pisos y escaleras del hospital. En los pasillos de los pisos se observan mejores condiciones de higiene, pero las escaleras están muy sucias y en casi todos los descansos hay bolsas con desperdicios que, a las 11 de la mañana, no habían sido retiradas. Las ventanas de las salas de hospitalización están en franco estado de deterioro y desaseo.
Si bien se observa personal de limpieza en los pasillos de los pisos y en la planta baja del hospital, dos personas nos informaron que no cuentan con suficientes productos y utensilios para hacer una limpieza más profunda de las distintas áreas del hospital y que también sería deseable que hubiese más personal, pues es muy exigente la tarea de mantener en perfectas condiciones una instalación hospitalaria. Este déficit alcanza también a cierto tipo de instrumental médico, que requiere cierto tipo de productos con de los cuales no se dispone para su correcta limpieza.
¿Y el personal de salud?
Rafael Agüero resalta la mística y profesionalismo de los médicos del hospital y afirma que cuentan con 75 residentes y dos o tres especialistas por área, cifra que puede considerarse muy satisfactoria. Contrastan con ello las declaraciones que José Luis Martorelli, jefe de residentes del hospital, ofreció a Transparencia Venezuela respecto a este tema el jueves 05 de abril.
“Ha habido muchas renuncias no solo de personal médico, sino de personal de enfermería. Ayer el equipo de guardia dice que hubo sólo dos enfermeras para atender la emergencia, cuando en otros momentos se ha contado con tres y hasta cuatro. Una enfermera debería atender cinco pacientes. Esta situación viene ocurriendo desde inicios de este año y se ha agravado, pues en este hospital tenemos una para el triaje y otra para los pacientes de observación y estabilización. El área que antes estaba destinada para atender trauma shock, ahora está habilitada para hospitalización y eso –ciertamente- ha descongestionado. Sin embargo, ayer no había camilleros”.
Otro médico cuyo nombre mantenemos en reserva confirma lo dicho por Martorelli:
“Se van médicos y no son sustituidos y en los concursos no hay aspirantes. Con ello no solo perdemos capital humano, sino experiencia y futuro. Cirugía tiene guardias donde no hay cirujanos sino un residente. En las tardes no hay especialistas y en ocasiones tampoco enfermeras. Ellas deben cambiar turnos permanentemente para poder cubrir las necesidades”.
“La situación general es deplorable. Hay un masivo éxodo buscando mejores oportunidades, crecimiento personal y profesional. Cifras no oficiales nos dicen que casi 22.000 médicos se han ido del país y en nuestro hospital, este año han renunciado dos y hay 24 pre avisos de renuncia, cifra que estimamos se puede incrementar”.
Para Agüero los médicos antes de irse deben pensar en Venezuela y en la familia de cada quien. “Yo no me voy, porque amo a mi país y me preocupo por mi familia”.
El director del Hospital Pediátrico insistió en que cuando se requiera información se le solicite directamente a él, pues es el único autorizado para ofrecerla.
Desde Transparencia Venezuela exhortamos a que, no sólo este centro asistencial, sino todos los entes públicos tanto de salud como de otras áreas, generen informes oficiales periódicos que den cuenta de su gestión financiera, administrativa y programática, reporten las problemáticas que enfrentan y ofrezcan información veraz, oportuna y suficiente, honrando así el DERECHO A SABER que tenemos todos los ciudadanos.