Anzoátegui vivió el “ensayo” y la angustia por la gasolina
Transparencia Venezuela, 8 de octubre de 2018. – Con el avance de los días tras los anuncios en agosto sobre el incremento de la gasolina y el subsidio del combustible, con la imposición de un instrumento de control como lo es el llamado Carnet de la Patria, la angustia e incomodidad se fue apoderando de los habitantes de la ciudad de Barcelona, capital del estado Anzoátegui, al noreste de Venezuela.
El nuevo sistema de pago, las filas y las interrogantes de los ciudadanos. Todo confluía en las estaciones de servicio.
El sábado 22 de septiembre, Transparencia Venezuela acompañó a una ciudadana que tenía resolver una situación tan cotidiana como abastecerse de gasolina, y así conocer de primera mano lo que eso significa en un país como Venezuela, productor de petróleo, pero con problemas con la distribución del combustible.
La mujer, como tantos venezolanos, era presa de la incertidumbre por las pruebas que el Gobierno había anunciado que se realizarían con el llamado sistema de “Biopago”.
En una estación de servicio, ubicada en capital del estado, se podía observar que no estaban funcionando todas las “islas” -donde están los dispensadores de combustible- sino únicamente tres de ellas. En el sitio, de un lado, sentado en una mesa de plástico, estaba un hombre que vestía una franela roja, el color habitual del oficialismo, sin ningún tipo de identificación, realizando anotaciones con cada uno de los vehículos que llegaba. Posiblemente se trataba de algún funcionario de Pdvsa.
La persona que tenía el equipo de “Biopago” atendía las tres “islas”, lo cual causaba demora. La joven que manipulaba el dispositivo decía que “era un ensayo” que se realizaría sábado y domingo. Comentó a otro usuario que no había aún claridad sobre lo que ocurriría el día lunes, y que tanto el sábado como el domingo la gasolina tendría “precio viejo” para todos.
La chica lucía acelerada, tratando de atender lo más rápido posible a los choferes debido a que había muchos vehículos. A todos los usuarios le pedía la cédula de identidad, el “Carnet de la Patria” y que colocaran la huella dactilar. A las personas que no tenían la identificación que el Gobierno pretende imponer les exigía en algunos casos “alguna tarjeta” para hacer la prueba.
Sin carnet no hay gasolina
“Yo no tengo el carnet ni lo pienso sacar, pero acá está mi Cédula de identidad que me acredita como venezolana”, dijo la mujer con quien asistimos al lugar, tras una hora de espera en fila. La joven encargada del dispositivo de pago subió el tono de voz para responder al planteamiento que se le hacía.
“Hoy por ser una prueba se le vende, pero a partir del día lunes si no tiene carnet no puede echar gasolina”, dijo.
La afirmación fue oída por otro conductor, quien optó por bajar del vehículo que conducía mostrando su molestia: “Yo no tengo tampoco el carnet, pero tengo entendido que si podré comprar gasolina solo que a otro precio“, a lo que la joven ya notablemente fastidiada de la conversación contestó de manera que todos escucharan:
“A partir del lunes es obligatorio tener el Carnet de la Patria para poder llenar el tanque al precio que sea. Sin carnet no hay gasolina”. Luego de ese incómodo momento muchos se miraban con cara de asombro o murmuraban.
El lunes siguiente Transparencia Venezuela se trasladó a diversas estaciones de servicio para verificar si las personas sin el Carnet de la Patria podrían o no acceder al combustible. Pero en pocas había personal de Pdvsa y en algunas no había el sistema “Biopago”.
Según la información recabada debido a las fallas de internet y de carga del equipo de “Biopago”, el combustible se estaba cobrando de manera regular y con el mismo precio de “siempre”.
Se verificó que había el desconocimiento absoluto por parte de los empleados de las estaciones de servicio sobre la nueva forma de cancelar el suministro de gasolina. Nadie sabía si realmente funcionaría, en qué fecha, cuál sería el precio nuevo del combustible, cuántos litros de gasolina se podrían comprar, qué ocurriría los días en que no se contara con el internet o cuando se descargara el sistema, entre otros puntos.
Varias personas manifestaron incomodidad al sentir que la aplicación de este sistema invadiría una parte de su vida, ya que teniendo el carnet el empleado tendría acceso a algún tipo de información privada. También en los usuarios estaba presente el malestar de sentirse discriminados “por motivos políticos” porque no tenían la identificación impulsada por el Gobierno, pues argumentaban que se sentían tan venezolanos como todos. Más de una persona señaló que pareciera que los que portaban el llamado Carnet de la Patria son “venezolanos de primera con derecho a todo” y los que no, “venezolanos de segunda sin derecho ni siquiera a quejarse”.
La incertidumbre siguió en el ambiente. En pocos lugares funcionó el sistema “Biopago” y solo a manera de “ensayo”. Imperó el desconocimiento y la falta de información.