En Maracaibo los zulianos se transportan en vagones, pero no del Metro

Las seis avenidas principales de Maracaibo son laboratorios a cielo abierto para la reinvención arbitraria del transporte colectivo urbano. Camiones de volteo y de estacas, camionetas pick-up y trencitos infantiles se incorporan día por día a las rutas más demandadas por los sufridos usuarios de la ciudad.

Cada vez más deterioradas por la falta de repuestos automotrices, las tradicionales unidades del transporte privado local, que usualmente superaban en número a las del sistema público Bus Metromara, han dejado de prestar servicio en aproximadamente 40 %, según los sindicatos de transportistas.

Ya es común ver en las avenidas Bella Vista y Las Delicias, dos de las que atraviesan de polo a polo la capital zuliana, cómo los pasajeros abordan vehículos inapropiados para el transporte urbano. Sin el debido control de las autoridades, docenas de camiones de carga se suman a las rutas más afectadas por la desincorporación de “carritos por puesto”, busetas y autobuses de líneas privadas como San Jacinto, El Milagro, Ruta 6 y La Limpia.

Una modalidad que es tan curiosa como peligrosa para el transporte regular de pasajeros es la del uso de trenes infantiles, que están diseñados para paseos cortos en eventos especiales. Al menos dos de esos trencitos se han convertido en alternativa muy agradecida por los usuarios más apremiados en las paradas de buses y carros.

Con uno, dos y hasta cuatro vagones que se saturan de pasajeros, los trencitos no están dotados de las condiciones de seguridad necesarias para cohabitar en calles y avenidas con los grandes aunque ya escasos autobuses de las rutas urbanas. En cada vagón se montan, de día y de noche, no menos de 18 personas que apenas están protegidas de la eventualidad de una colisión por unas delgadas barras de metal o hasta listones de madera.

En los camiones de volteo, la gente que no encuentra opciones normales de transporte va apiñada junto a restos de materiales y desechos de construcción. Las camionetas pick-up que, sin estar integradas a líneas formales de transporte, recogen pasajeros en las rutas más largas, llevan tanto exceso de carga que literalmente los pasajeros cuelgan de sus barandas.

Lo público lava poco y no presta la batea

El sistema masivo de transporte en la capital del estado Zulia es, en sus dos servicios complementarios, totalmente insuficiente para una urbe de 1,7 millones de habitantes y cuya área metropolitana se extiende en dos municipios. La única línea del Metro de Maracaibo, que solo cubre 6 km de suroeste a centro de la ciudad, atiende apenas a 10 % de las necesidades diarias de transporte de pasajeros. Su derivación en la red de Bus Metromara, limitada por apenas 120 unidades operativas, no satisface sino 20 % más de la creciente demanda.

Una experta académica en el área de transporte masivo, la ingeniera Joheni Urdaneta, profesora de la Universidad del Zulia, explica que la concepción original del sistema Bus Metromara fue la de servir como enlaces tributarios del Metro, lo cual califica como un error en vista de que la única línea existente no es capaz de atender las necesidades de transporte de las zonas más densas y desasistidas: el oeste y el norte de Maracaibo y el este del municipio San Francisco.

Sin embargo, la red de “buses rojos” se ha expandido más allá de las áreas de incidencia del Metro, pero está afectada en sus rutas, horarios y frecuencias por causa de la lentitud oficial de los procesos de mantenimiento, reparación y reposición de unidades.

La catedrática e investigadora Joheni Urdaneta considera que es un acierto el hecho de que en la construcción de la Circunvalación 3 y el Distribuidor Hugo Chávez se haya dispuesto un canal de sur a norte, dedicado a un sistema de tránsito rápido y operado con unidades articuladas o dobles de los autobuses oficiales. Pero, de nuevo, el problema con esto es el alcance de la iniciativa gubernamental: la ruta cubre solamente 7 kilómetros del oeste de la ciudad.

De acuerdo con Urdaneta, esa es una de las expresiones negativas del problema central que afecta al transporte colectivo urbano en Zulia y en todo el país: el solapamiento y la incoordinación de las políticas locales, regionales y nacionales. De hecho, la competencia legal fundamental en la planificación y la gestión del transporte urbano la tienen los municipios, pero en el caso del estado Zulia la alcaldía de Maracaibo ha sido marginada por causa de las intervenciones de la gobernación, el ministerio de Transporte, Fontur y hasta de la empresa socialista Metro de Maracaibo, que no depende del municipio.

El desorden institucional de la política urbana de transporte público es una cacofonía que hace ineficaz la participación de los sistemas oficiales del Metro y Bus Metromara en la solución de los graves déficits de unidades, rutas y servicios masivos para atender las necesidades de la población marabina.

A escalas menores, la misma entropía de los niveles de gobierno se replica en el resto del estado Zulia. Hay municipios como Mara, Guajira, Cabimas y Lagunillas en los que la incapacidad oficial para proveer servicio estable y de calidad y garantizar condiciones materiales para la supervivencia de las rutas gestionadas por los privados, eleva el problema del transporte de pasajeros a un grado de crisis regional.

Por las rendijas que se abren en la ingobernabilidad de los diferentes sistemas de transporte colectivo, se cuelan opciones informales y riesgosas para la seguridad de los pasajeros. Atravesar el caos urbano a bordo de un camión de volteo o en los endebles trencitos de fiesta infantil pone en serio peligro la vida de los usuarios, víctimas de la ausencia de planificación y acción oportunas del Estado.

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