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EL IMPULSO,
una desaparición forzosa

El sábado 10 de febrero de 2018 se apagaron las rotativas y terminó la historia de la edición impresa del diario El Impulso. Luego de 114 años de fundado, los periodistas y trabajadores han pasado a engrosar las filas de la diáspora y de los desempleados

Por Yonaide Sánchez Ferrer

Aquel “Diario de Intereses Generales”, como indicaba entonces en su primera página, abría operaciones en Carora con el lenguaje modernista propio de finales del siglo XIX y principios del XX. “Bajo el doble y halagüeño auspicio de la paz que se afianza y un año que se inicia, damos nosotros comienzo a la vida del periodismo diario en este heroico e importante Distrito… La paz que sienta, pues, su imperio de bienandanza, y el provenir que rompe diáfano y puro…”.

Pero el 10 de febrero de 2018 las rotativas de El Impulso se apagaron y no se han vuelto a encender.

“Hasta el último minuto creímos que el milagro podría ocurrir, que alguien nos diría que una vez más se postergaba el cierre. Habíamos pasado muchas cosas y siempre lo lográbamos buscando mil formas de rendir el papel”, cuenta  Lizzie Suárez, diseñadora gráfica que llegó hace 23 años a diagramar avisos y hoy se desempeña en la página web. “Todo lo que sé lo he aprendido aquí. Fue muy doloroso ver apagar las rotativas; un duro golpe a la libertad de expresión y de prensa -relata Juan Diego Vílchez. Hicimos el editorial y fue una edición muy pensada sobre cómo el gobierno viola derechos y libertades. Bajé a ver la historia, a las 11.30 ya el periódico estaba listo por el poco tiraje. Ese día estuvimos como hasta las 12 de la noche despidiéndolo, y me tocó cerrarlo…”.

Jefe de redacción, Juan Diego Vílchez llegó hace 13 años al diario y hoy cuenta apenas 33, de modo que toda su vida profesional ha transcurrido en El Impulso. Allí comenzó como fotógrafo, luego fue fotógrafo editor, fotógrafo redactor, coordinador editor, coordinador de suplementos especiales y coordinador de la redacción hasta llegar a la posición que hoy ocupa.

Gisela Carmona es la gerente de mercado, bisnieta del fundador Federico Carmona, hija de Gustavo Carmona (director durante 30 años en un segundo momento del diario), y prima de los actuales director y presidente, Juan Manuel y Carlos Eduardo Carmona. Para ella no hay separación alguna entre su vida y El Impulso, empresa familiar de capital íntegramente nacional. Desde muy joven su padre la involucró en el diario.

Formalmente se incorporó en 1984, pero a partir de los 15 años, sus vacaciones transcurrieron haciendo pasantías en el periódico y produciendo los programas de radio de su papá, quien, en su criterio, hoy sería un verdadero “multitasking” en todas las plataformas.

Con voz quebrada recuerda:  “Ese día todos caímos en llanto. Estamos hablando de gente que tiene acá la vida entera, hay trabajadores que tienen 56 años conmigo, y pensamos que se estaba hundiendo el barco, la gente no creía que fuese posible el cierre, pero ya habíamos tocado todas las puertas. Les decíamos que aquí estaban las puertas abiertas, les deseamos éxitos. Se  les ofreció una cajita feliz a los trabajadores para que no salieran tan mal después de tener tantos años aquí, y la mayoría se fue por la vía de la renuncia.”

El 10 de febrero fue aciago también para otras personas vinculadas al diario. Yelitza Medina distribuidora del diario, como Gisela Carmona, casi no recuerda su vida sin El Impulso. La relación surgió porque su papá, Domingo Guzmán Medina, era distribuidor del periódico para toda la zona del centro de Barquisimeto, cuando el diario estaba en la carrera 23 entre calles 26 y 27. Desde los ocho años estaba haciendo rutas con su papá, quien le enseñó a hacer los “paqueticos” para lanzarlos en las quintas de Santa Elena, donde se recibía por suscripción.

Se produjo un gran silencio, preocupados por nuestros trabajos, nuestros ingresos y modos de vida, y el afecto que teníamos por el periódico. Solo atiné a decir mensajes de esperanza y fortaleza, y expresé mis deseos porque la situación pronto cambiara para bien del diario y sus empleados

La recuerda como una época de trabajo duro, compromiso y prosperidad, por lo que el cierre le resulta tan doloroso. “Un poco antes de ese día, llamaron a los distribuidores a una reunión en la que los directivos del periódico, muy angustiados y apenados, nos informaron que, debido a los problemas de suministro de papel principalmente, se veían en la obligación de cerrar.  Se produjo un gran silencio, preocupados por nuestros trabajos, nuestros ingresos y modos de vida, y el afecto que teníamos por el periódico. Solo atiné a decir mensajes de esperanza y fortaleza, y expresé mis deseos porque la situación pronto cambiara para bien del diario y sus empleados”. Esperanzada, conserva la última factura. “No he retirado el depósito de garantía, porque espero que vuelva a salir, y que cuando eso ocurra me llamen”.

El 10 de febrero de 2018 se cerró más de un siglo de un periodismo que acompañó a varias generaciones de larenses. En su último editorial, el periódico rindió cuentas de su obligada decisión. Acusó la falta de materia prima como razón fundamental de la paralización de sus rotativas, y a el Complejo Editorial Alfredo Maneiro, CEAM, como la mano que dio el zarpazo.

No es solo El Impulso, se apagan uno tras otro los periódicos de la región. El Diario de Lara, El Caroreño, La Prensa de Lara, El Informador desaparecen frente a un Estado que impone versiones, muecas de los ejercicios de pluralidad y diversidad que Venezuela hubo contado entre sus logros democráticos. Ni Ciudad Barquisimeto, de línea oficialista, se ha salvado de la “desaparición forzosa”: luego de casi tres años y 717 ediciones, pasó de ser un diario a semanario en julio de 2018.

Tiempos de abundancia

Los Fundadores de El Impulso con Federico Carmona

El Impulso formó parte de la vida de los larenses desde su aparición en la Carora de principios del siglo pasado; llegó a Barquisimeto en 1919 en un contexto de respeto hacia los medios de comunicación. En 1832 llegó la primera imprenta a Barquisimeto; en 1865 a Cabudare, y a Carora en 1875, según reseña El Impulso en un trabajo dedicado a la actividad periodística en Lara, publicado el 29 de junio de 2013.

El Boletín de El Tocuyo se ha considerado el primer periódico larense –se editó en Valencia en 1839-, seguido por el Boletín Provisional de Barquisimeto en 1840; en 1891 circuló el primer periódico de edición diaria llamado El Monitor y en 1896, el Eco Industrial. Ello da cuenta de una sociedad de antigua tradición mediática.

En las ciudades, más que leer noticias y estar informado, el periódico era la rutina que acompañaba al café, la conversación con los amigos en la plaza o la panadería. Estudiantes y profesores aprendieron a archivar recortando noticias, guardándolas en carpetas cuidadosamente etiquetadas, siempre a mano para lo que haga falta.

Llegada la era digital, muchos se negaron a sustituir este sencillo modo de almacenamiento por formatos distintos y archivos en computadoras, con un sencillo e irrebatible argumento: “El papel es diferente, recortar y pegar, abrir tu carpeta y pasar las hojas, recordar perfectamente donde guardas cada una. Aún las conservo en contra de las recomendaciones de los más jóvenes de la familia”, relata Enrique Amaro, profesor e investigador universitario.

“Durante mi formación, El Impulso fue de obligada lectura, recuerda el historiador Carlos Giménez Lizarzado. Uno esperaba con ansia los domingos la página literaria, que dirigió Teódulo López Meléndez, para leer los artículos de Marisela Gonzalo Febres, Francisco Cañizales Verde y en general de la intelectualidad local. Mis primeros artículos los escribí allí. Uno sentía el debate político, social y económico. El Impulso dio cabida a la confrontación”.

El fin de semana, y particularmente el domingo, no se entendía sin los periódicos, y sin El Impulso. Sus 40.000 ejemplares dirigidos fundamentalmente a los sectores A y B impresos en cuatro cuerpos se complementaban con el suplemento juvenil B+ (que al principio salía con El Impulso y luego pasó exclusivamente a las universidades con distribución gratuita), la revista Velada, El Impulso Turístico, La Guía del Béisbol, Exponovias, Punto y Aparte.

Este variado portafolio hizo del diario un producto familiar integrado al mobiliario de los hogares larenses y tejió vínculos entre el diario y sus lectores. “Cuando había algún error en el crucigrama que publicábamos diariamente, recibíamos entre 80 y 100 llamadas para indicarnos el error”, cuenta Gisela con cierta picardía.

Los kioscos (79 en Cabudare y un número mayor e indeterminado en Barquisimeto) eran visita familiar obligada; constituían verdaderos espacios de oferta múltiple, pequeñas tiendas por departamentos,  y –unos más y otros menos- mostraban estantes rebosantes de diarios, revistas, chucherías, refrescos, empanadas, pan dulce, café, folletos de pasatiempos, billetes de loterías y Kino, y hasta juguetes y artesanías.

El Impulso, particularmente,  agregó a sus productos editoriales un espacio cultural que congregó a los barquisimetanos en torno a presentaciones musicales, teatrales, académicas, pictóricas y artísticas, en general de la mayor calidad. Dirigida por Alicia Feaugas de Carmona, arquitecta y esposa de Juan Manuel Carmona -director del periódico-, la Sala Juan Carmona en la sede de la calle Madrid era un lugar de cita obligatoria los domingos en la mañana”.

En sus páginas y las cámaras de sus reporteros, las organizaciones que conforman la red de derechos humanos de Lara encontraron siempre eco y cobertura para su trabajo de documentación, denuncia y difusión.

El periódico ha acompañado a los lectores en las largas esperas de los bancos y servido de excusa para entablar conversaciones que alivien el paso del tiempo. Ha estado en las colas por alimentos, medicinas, pensiones o transporte que configuran el paisaje cotidiano. El  amigo ya no está.

Este variado portafolio hizo del diario un producto familiar integrado al mobiliario de los hogares larenses y tejió vínculos entre el diario y sus lectores. “Cuando había algún error en el crucigrama que publicábamos diariamente, recibíamos entre 80 y 100 llamadas para indicarnos el error

Asfixia progresiva

Al menos 51 periódicos han dejado de circular en todo el país entre 2013 y 2018 según los registros de IPYS Venezuela al mes de septiembre, como producto de una política de máxima restricción al periodismo independiente, el acceso a la información pública y la libertad de expresión e información. La situación de Lara es que han desaparecido o menguado las versiones impresas de cinco diarios: El Impulso, El Caroreño, El Diario de Lara, La Prensa de Lara, y El Informador, todos en 2018.

Un periodista larense cuyo nombre se mantiene en reserva informó a Transparencia Venezuela que, a principios de 2018, el diario La Prensa de Lara tenía un tiraje de unos 40 mil ejemplares, y para agosto del mismo año no llegaba a 9 mil, es decir, menos de un tercio. Respecto al diario El Informador, hoy su edición no alcanza los 6 mil ejemplares, y aunque llegó a tener 24 páginas, actualmente solo tiene 16. Su página web está desactualizada y en menos de un año redujo su nómina en 70%.

El Diario de Lara redujo a un tercio su circulación y desapareció su edición impresa dejando sin empleo a 14 personas. Según la misma fuente, en Lara se han perdido unos 400 empleos de trabajadores de la prensa en lo que va de 2018.

La razón fundamental para su desaparición fueron las restricciones de acceso al papel y el impacto que esto tuvo en la cobertura, el tiraje, la paginación, los productos editoriales y la publicidad. A todo ello se suma, mucho más recientemente, el incremento salarial del 5.900% decretado por el Ejecutivo Nacional, que terminó de hacer inviables económicamente a las empresas periodísticas de Lara y el país.

En el caso de El Impulso Juan Manuel Carmona, su director, señala el decreto gubernamental donde  la Corporación Maneiro se reserva la adquisición de papel como un hito en la historia del diario; sin embargo, estima que seis años antes, el gobierno había comenzado a establecer controles que impedían el acceso a las materias primas necesarias para el funcionamiento, a lo que se sumaba una creciente inflación y la aparición de mercados secundarios con costos mucho más elevados que los oficiales, a los cuales el diario no acudió. “La asfixia se agudiza, sobre todo en 2014, y se  agravó definitivamente en 2017, cuando se empezaron a agotar las reservas”. De 40 mil ejemplares iniciales se fue pasando a 30 mil en julio 2017, hasta llegar a los 8 mil el día del cierre.

Gisela Schlaffer, gerente de Finanzas, recuerda este proceso de declive como una vivencia angustiosa: “Los últimos años fueron muy duros por el control en la materia prima del periódico para la impresión, en manos del CEAM. Innumerables veces se solicitaron cotizaciones y no contestaban. Primero se hacía a través de Cadivi, por compra directa en  Estados Unidos o Canadá, autorizaban el embarque, se pagaban los impuestos, y se cumplía todo el proceso. Así fue hasta 2012”.

“Luego aparece Maneiro -continúa Schlaffer- como único proveedor de papel, planchas y químicos, insumos que no se producen en el país. Con ellos no se tenía ninguna relación, el proceso era así: Se solicitaba presupuesto a un encargado del área de despacho a través de un mensaje de WhatsApp o correo electrónico. En muchas ocasiones no daban respuesta y en otras contestaban acerca de la disponibilidad de papel en formatos específicos. Generalmente estos formatos no le servían al diario”.  

Cuando finalmente respondían, daban dos días para realizar el pago y enviar los soportes, luego despachaban sin seguridad de fecha y llamaban para avisar que el Transporte María Elena, que también era controlado por Maneiro, iba en camino. Se esperaba en el diario a que llegara a cualquier hora para descargar, y siempre las cantidades eran pequeñas. El inventario de papel se tenía en depósitos y se iba trasladando semanalmente lo necesario, como es habitual en condiciones normales de la operación. Pero lo que enviaba la Corporación Maneiro se quedaba de inmediato para su uso, pues era muy poco, por lo que no pudieron volver a tener papel guardado en depósitos.

“Los periódicos de la competencia o de otras ciudades tenían acceso al dólar oficial para todos sus insumos, mientras que a  nosotros nos daban únicamente para suministro de papel y ningún otro insumo quedaba cubierto. Sin embargo, tuvimos apoyo de ciertos medios y nosotros a la vez apoyamos a otros de alguna manera. Hubo algunos medios que me dijeron: ¡Ese eres tú, que tienes problemas con tu línea editorial. Otros, preocupados, decían que si nos daban papel, no se los repondrían, y algunos nos llegaron a dar papel sin que nadie se enterara. Hubo cierta solidaridad, pero al final del día había en el ambiente cierta convicción de que lo que nos ocurría se debía a la incomodidad que causaba al gobierno nuestra  línea editorial, como si fuese algo natural callar”, revela Carlos Eduardo Carmona. Pronto se evidenciaría que El Impulso no sería un caso aislado en el estado Lara.

Rindiendo el papel podían llegar a dos meses, pero debieron tomar otras medidas como bajar la circulación, reducir el tiraje,  a consecuencia justamente de la falta de papel, la creciente restricción de efectivo y el aumento de la devolución de ejemplares.

Gisela Schlaffer, gerente de finanzas de El Impulso

Hubo también momentos difíciles de amenazas veladas y acoso. Gisela Carmona refiere así uno de esos momentos:

“Hace cinco años recibimos una visita multidisciplinaria de diferentes factores de fuerzas; un comisionado de la Presidencia de la República, personal del SENIAT, personal de INSASEL y representantes de tres sindicatos de otras empresas del estado Lara, había unas 15 personas. Ese día ya veníamos anunciando que no teníamos acceso a las divisas y no podíamos comprar los materiales; teníamos como seis meses editorializando con ese asunto porque era la realidad que teníamos. Cuando llega esa comisión a investigar si es cierto que no tenemos papel, ya estábamos consumiendo el que teníamos en un inventario almacenado, pues es nuestra materia prima. Esa comisión tenía una actitud muy intimidante, muy amenazante, preguntaban si nosotros habíamos acabado con el inventario, si no teníamos material escondido… Ese día marcó una diferencia, vimos lo que es el poder de un régimen. Fueron más de seis angustiosas horas. A partir de ese momento tuve todo más claro”.

Toda la situación los afectó al punto de que los cuerpos se fueron reduciendo de 4 a 2, y bajaron paulatinamente de 42 páginas a 16, menos de la mitad. B+, el suplemento juvenil, fue el primero que desapareció; seguidamente la revista mensual  Velada –que se elimina por la dificultad para conseguir también papel glasé-,  El Impulso Turístico, el suplemento Punto y Aparte, la Guía de Béisbol, Exponovia, y así uno a uno  en sucesión dolorosa de desapariciones inevitables…

Todos sus productos editoriales fueron desapareciendo, solo la revista Gala acompañó al periódico hasta el día del cierre. Puesto que no se podían permitir perder papel, se imprimía y entregaba a cada distribuidor lo que realmente podía vender, y así repartían cada vez en menos lugares y menos ejemplares.

Posteriormente dejó de salir los días lunes y el impacto económico en el funcionamiento del diario fue notable y creciente por la baja en las ventas. “¿Qué pasa en un medio cuando se comienza a perder tiraje? pierdes sitios en tu distribución y la gente te deja de comprar porque deja de ver tu producto. Si tú no tienes el mismo tiraje, ni los pregoneros, ni los quiosqueros tienen lo mismo que vender, entonces la gente deja de buscar lo que ya no va a encontrar, de modo que a medida que tú reduces, se reduce la venta”, refiere Gisela Carmona.

Con el achicamiento en tiraje, páginas y cobertura, también fue disminuyendo la publicidad, que en los tiempos de bonanza llegó a completar hasta cuatro páginas del diario. “Los ingresos principales de un periódico provienen de la publicidad, pero si la gente no tiene qué vender, ni qué ofrecer, éstos disminuyen considerablemente. Uno de los grandes clientes fue la telefonía celular pero ya no hubo más oferta; también  dejaron de salir los encartados de EPA, Makro, supermercados, farmacias, etc. La publicidad fue mermando hasta que la salida fue dejar de salir. Nuestros anunciantes también se habían quedado sin insumos, sin producir, así que el modelo de negocio caía como barajita ¿Quién anuncia? Si todos estamos en la misma situación”, explica Carmona la fractura. El año 2017 los anunciantes compraron la preventa publicitaria del diario; sin embargo, por la crisis económica muchos de ellos se vieron con negocios en quiebra.

Un periodista experimentado, conocedor de la realidad de los medios en Lara, comenta: “La publicidad se ha reducido más de 80%, comprometiendo severamente la sostenibilidad económica de las empresas de medios. En la radio y la televisión se ha reducido un 90% y el costo del centimetraje de publicidad aumentó más de 300% en un año. Es una pérdida tener un medio de comunicación hoy en día; ha dejado de ser rentable”.  

Se solicitaba presupuesto a un encargado del área de despacho a través de un mensaje de WhatsApp o correo electrónico. En muchas ocasiones no daban respuesta y en otras contestaban acerca de la disponibilidad de papel en formatos específicos. Generalmente estos formatos no le servían al diario

Distribuidoras y kioskos fenecen

Los distribuidores sufrieron el brutal impacto de la falta de papel y sus consecuencias. El relato de Yelitza Medina da cuenta de un proceso de desaparición general.  “El Impulso contaba con un número de entre 22 y 23 distribuidores pues llegaba a todos los municipios del estado Lara, utilizando incluso las líneas de transporte del terminal para llegar a los sitios más alejados y de allí distribuir; también llegaba a Valera, Acarigua, Barinas, San Felipe, Maracay y Valencia. Sin embargo, por razones de inseguridad, nos vimos en la obligación de retirar el despacho a esas ciudades paulatinamente”.

Arriesgándose, Medina y su familia fueron los distribuidores exclusivos de El Impulso en Cabudare, Municipio Palavecino, una ruta que comenzó su padre luego de haber sido distribuidor en Barquisimeto. En ese entonces nadie quería esta plaza con tan poca densidad poblacional y relativa lejanía de Barquisimeto. “El tiraje de esta ruta -para el año 1996- era de 1 mil 850 ejemplares de lunes a viernes, los sábados de 1 mil 900 y los domingos alcanzaba hasta 1 mil 950 a 2 mil 500 ejemplares. Luego fue creciendo y hasta 2015 a 2016, cuando existían cerca de 80 kioscos en Cabudare, el diario dominical era de 8 mil 500 ejemplares, de lunes a viernes de 3 mil a 3 mil 500, y los sábados entre 4 mil y 4 mil 500”, afirma.

Para el año 1979 la empresa renovó la flota y les financió la adquisición de vehículos, llegando a poseer ocho, entre ellos un camión 350, que entró en desuso cuando se eliminó la producción de la Revista Gala en Maracay, hacia el año 2003 aproximadamente.

Parte fundamental de este proceso eran los kiosqueros. Los  kioscos tenían un sistema de ubicación que respetaban, según cuenta Yelitza, y entre ellos debía haber una distancia de unos 300 mts, lo que garantizaba la venta cada uno y le ofrecía comodidad a la colectividad. Entre los kioscos mejor dotados en Cabudare destacan Kasandra, ubicado en las inmediaciones de la antigua Clínica Lara, y El Carmen, en la Urbanización La Mendera.  “Esos kioscos llegaron a vender entre 300 y 400 ejemplares dominicales respectivamente; en tiempos de vacaciones los que quedaban en funcionamiento eran dotados con mayor cantidad de ejemplares para que los clientes no se quedaran sin la información”.

Don Germán, kiosquero de la zona de La Concordia en Barquisimeto, lo recuerda así: “En los buenos tiempos, alrededor de 1998, los días de semana me dejaban 70 ´Impulsos´, 35 ´Informadores´ y unos 15 Prensa de Lara, mientras que los domingos me dejaban 250 ´Impulsos´, 60-70 ´Informadores´ y 30 ´Prensa´. El Impulso era tan bueno, que noticias que daba este diario las veía dos días después en otros periódicos nacionales o regionales; y los temas de los otros diarios eran más amarillistas”.

La calle se llenó de miedo

Yelitza ubica el inicio de un cambio en toda esta dinámica de trabajo partir del año 2014. Los distribuidores empezaron a conocer los problemas del diario con el papel, pero “ellos siempre se las arreglaban para continuar”. La inseguridad fue un elemento que se sumó para ir completando el círculo de la asfixia, pues los distribuidores y kioscos sufrían ataques de la delincuencia que obstaculizaban su trabajo y sembraba temores. Fueron víctimas de ocho robos entre 2008 y 2010, el último en enero de 2015 en la Urbanización La Hacienda. Dos fueron pérdida total, y en algunas ocasiones se recuperaron los vehículos, pero la “mala racha” de los años 2008 y 2010 fue intensa.

La falta de efectivo los afectó casi irreversiblemente. Cada vez había menos periódicos e incluso menos kioscos; de los casi 80 que había en Cabudare, quedan apenas nueve actualmente y reducidos a su mínima expresión. Dos kiosqueros de la zona centro de Cabudare y Barquisimeto, con ese dejo de quien vivió tiempos mejores, manifiestan que siguen yendo para no quedarse en casa, para sentir que tienen algo que hacer, para tener un motivo que los saque de la cama cada mañana. “Pero ya no se vende nada, todo está carísimo y la gente no tiene plata. Además, ya no quedan periódicos, revistas menos, y los niños ni chucherías pueden comer ya”.

Su gente. La mayor de las pérdidas

Este proceso de “adelgazamiento” obligado se llevó por delante el capital más preciado de El Impulso, que era su gente. La administración se redujo sustancialmente y fueron pasando de 300 empleados a  60, aunque algunos emigraron antes; en administración hoy hay 4 empleados de 7.

“De 300 trabajadores tuvimos 21 reclamos, y nos quedan pendientes dos, porque la mayoría fue entendiendo y fue aceptando la condición en la que estábamos: No podíamos producir sin materia prima, la estructura no podía mantenerlos, porque la página web no daba para todos. Actualmente tenemos una estabilidad razonable que la web nos permite, pero la empresa decayó mucho”, comenta Gisela. Para el cierre había 22 personas entre periodistas y fotógrafos; hoy solo hay un periodista y dos pasantes que apoyan el trabajo de la web, que es lo que sobrevive.

Muchos de sus trabajadores acompañaron a El Impulso durante más de 20 años, y la gran mayoría superaba los diez años. Nelly Mendoza trabaja en  el periódico desde 1968, hace 50 años. Llegó  por medio de una amiga que trabajaba en el departamento de avisos y recorrió los 100 kilómetros que separan a la zona rural de Aguada Grande de la ciudad de Barquisimeto para hacer la entrevista de rigor.  Comenzó de 17 años como auxiliar en el Departamento de Corrección, en el turno nocturno; dado que aún no había alcanzado la mayoría de edad, su hermana mayor –preocupada- habló con el jefe de transporte indicándole que solo podía trabajar hasta las 10 pm, hora en la cual debían llevarla a su casa. “Así fui trabajando, aprendiendo, hasta que pasé primero al área de avisos y posteriormente a la de administración, donde me encuentro desde entonces, y aquí sigo”, afirma doña Nelly con una sonrisa suave como si trabajar en el mismo sitio durante 50 años fuera lo más normal del mundo.

Nelly Mendoza, 50 años en El Impulso

Contenidos, prácticas, todo cambió

Los impactos se evidenciaron también en cambios en los modos de hacer las cosas y de generar y procesar contenidos, en un esfuerzo enorme por resistir el movimiento de estrangulamiento progresivo, con la finalidad de mantener al paciente con vida.

La atención personalizada a los clientes que se brindaba cuando se diseñaban avisos a color que las vendedoras llevaban para una revisión in situ, fue sustituida por el envío del aviso vía digital, de modo de disminuir el uso del escaso y costoso toner. Cada vez había menos periodistas para ir a las pautas y los traslados se fueron sustituyendo por llamadas telefónicas. Se iba dando más preponderancia a la página web como una forma de compensar la reducción en el tiraje, paginación y cobertura.

La inaccesibilidad a fuentes oficiales, la autocensura y las restricciones económicas mermaron incluso la diversidad de fuentes. La capacidad de informar se volvió más limitada y comprimida. “Los medios reflejaban de la mejor forma posible todos los elementos constitutivos de un evento de interés público, pero hoy eso no es posible y hay que ir a fuentes internacionales. Los contenidos variaron porque ya los medios no acceden a fuentes oficiales, sino que se reproducen informaciones, versiones, narrativas débiles y confusas. ¿Qué hace que un evento sea noticioso? El grado de afectación que produce; si eso no es posible, la tarea se banaliza de una manera radical. Así se van construyendo realidades completamente artificiales, de modo que estar informado termina por ser un asunto prescindible”, sentencia Alfredo Álvarez, experimentado periodista e investigador, quien ha ocupado todas las posibles posiciones académicas y profesionales de un periodista.

Periodista larense Alfredo Álvarez

No podíamos producir sin materia prima, la estructura no podía mantenerlos, porque la página web no daba para todos. Actualmente tenemos una estabilidad razonable que la web nos permite, pero la empresa decayó mucho

CEAM | La mano que mece la cuna

Falta de suministro de papel, control cambiario como limitante fundamental para el desarrollo del negocio, inseguridad, falta de efectivo, hostigamiento, caída en las ventas por publicidad, fueron los factores que sirvieron la mesa para la última cena del 10 de febrero de 2018.

Todos lo sospechaban, muchos lo sabían, pero en el fondo nadie lo creía o lo quería creer. “Lo hicimos todo, lo intentamos todo, aun me parece mentira que haya acabado así”, comentó Carlos Eduardo Carmona.

Lo ocurrido con El Impulso, la casi totalidad de los periódicos en Lara y el ecosistema de medios de comunicación en el país en general (extensivo a los radioeléctricos),  ha dejado de referirse a casos para convertirse en una evidente regularidad que expresa una política de Estado en la cual no tiene cabida la prensa crítica, libre e independiente, y el CEAM ha sido el ente ejecutor de esta política.

Creado por decreto No. 104 publicado en Gaceta Oficial del 16 de mayo de 2013 bajo la forma de Sociedad Anónima, se le  asignó la fabricación, comercialización, importación, exportación, modificación y restauración de insumos, partes, piezas y equipos de impresión y reproducción.

Su forma de actuar se asemeja a la de la boa constrictor, una fiera mide entre 0,5 y 4 metros. Su coloración rojiza se torna grisácea y poco vistosa cuando se acerca la época de la muda. Animal nocturno, la boa pasa el día escondida entre las ramas de los árboles o en algún tronco hueco y caza al caer la noche. Desde los árboles embosca a sus presas, y las ahoga por constricción.

Así se ha ahogado El Impulso, mediante la aplicación de un patrón que expresa el proyecto de hegemonía comunicacional anunciado en el año 2008 por el entonces Ministro de Comunicación e Información Andrés Izarra, cuyo planteamiento central era simple: todas las comunicaciones tienen que depender del Estado.

La presión ha funcionado de diversas maneras. Una de ellas ha sido la negativa de suministro de papel a los diarios, pero El Impulso.com publicó el 27 de junio de 2018 que 1.328 periodistas se han ido del país debido a la censura y las restricciones para ejercer la profesión. Muestra de este acoso fue lo sucedido con el Jefe de redacción de El Impulso, Juan Diego Vílchez, citado por el Consejo Legislativo del Estado Lara para que diera cuenta de una investigación periodística que lideró, acerca de la muerte de niños por contaminación con la bacteria Serratia Marcescens en el “Hospital Universitario de Pediatría Dr. Agustín Zubillaga” de Barquisimeto. La incómoda realidad hizo que el poder buscara penalizar al periodista en lugar de contribuir a la investigación y esclarecimiento de los hechos, así como a la eliminación de las causas de una situación que en otro país resultaría un escándalo de grandes proporciones.

Juan Diego Vilchez, jefe de redacción de El Impulso

El Impulso que vendrá

Hoy El Impulso se ha concentrado en un producto fundamental: www.elimpulso.com. Fue una migración forzada, como lo fue la desaparición de su edición impresa, cuyo recorrido fue la edición digital del diario simultáneamente con la impresa, hasta llegar a tener solo la web. Luego de 14 años de funcionamiento y a partir del cierre, se han reinventado. Gisela Carmona, desde la Gerencia de Mercadeo, se refiere a esta nueva etapa como una oportunidad: “Es otro escenario -explica-, otra forma de redactar y ver la noticia, más corta e inmediata. El impreso tiene un elemento muy interesante que es la confianza y credibilidad; si lo dijo El Impulso así es. Pero la gente ha buscado otras plataformas para consumir contenido noticioso y periodístico, e incluso para leer libros. Aunque con los libros ha pasado un fenómeno diferente: se consume libros y de hecho en las ferias de libros cada vez se venden más libros. El público que consume cultura en papel sigue consumiendo, pero la noticia no, porque necesita la inmediatez, y quiere dejar el papel solamente para lectura profunda”.

El tradicional target A y B relativamente se mantiene, pero el público de la web es más joven, más actualizado tecnológicamente, y eso es una novedad para el diario; de hecho, por medio de diferentes estudios que han realizado, determinaron que desde hacía 20 años no incorporaban nuevos lectores al diario, de modo que el uso de las nuevas tecnologías les ha permitido alcanzar a este público.

Gisela y Carlos Carmona, El Impulso

Actualmente, la página web recibe alrededor de 40.000 visitas diarias principalmente desde España, Miami y lugares a donde los venezolanos y barquisimetanos han emigrado; Economía y Política se mantienen como los temas más vistos. La  página está en proceso de construir su sostenibilidad económica. Poco a poco la gente va percibiendo que la telefonía, la internet, es una vía para informarse. Y desde el propio medio hay más apertura para llegar a más público con mayor variedad.

El manejo de las redes es ahora mucho más intenso en la búsqueda de múltiples canales para capturar y procesar la noticia, así como también para construir viabilidad económica en esta nueva etapa.

Raquel Borellos, asistente de ventas, explica que recién desaparecida la edición impresa, había gente que llegaba al edificio y se asombraba porque no sabía lo que había sucedido, sobre todo la que venía a publicar obituarios o carteles. “Hemos tenido que adaptarnos; antes éramos 15 personas y quedamos solo tres; también estamos cerca de publicar clasificados y obituarios, pero a través de las redes sociales solo estamos publicando avisos de empleo, ofertas de servicios y temas inmobiliarios”. Facebook, Twitter e Instagram son los canales que el diario utiliza actualmente en la búsqueda de rentabilidad y el correo electrónico la ruta que usualmente garantiza la comunicación con los clientes.

Raquel Borellos, asistente de ventas, El Impulso

Los medios reflejaban de la mejor forma posible todos los elementos constitutivos de un evento de interés público, pero hoy eso no es posible y hay que ir a fuentes internacionales. Los contenidos variaron porque ya los  medios no acceden a fuentes oficiales, sino que se reproducen informaciones, versiones, narrativas débiles y confusas.

El el 12 de febrero de este año –dos días después del cierre de El Impulso, el Colegio Nacional de Periodistas seccional Lara y el Círculo de Reporteros de Lara hicieron un “pancartazo” en apoyo a este diario y a El Informador. Antes, el 02 de enero de 2017, frente a la posible suspensión de la circulación del diario por las mismas razones que llevaron a su cierre definitivo, se realizó la actividad “Pregoneros por la Libertad”, en la cual organizaciones de la sociedad larense mostraron su irrestricto apoyo al diario. Diversas personalidades elevaron su voz. En dos oportunidades más hubo concentraciones frente a la sede del diario para mostrar solidaridad ante las amenazas de desaparición, y organizaciones como la Red de Instituciones Larenses y el Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto se pronunciaron para denunciar con firmeza el peligro que representaba para la democracia el ataque a El Impulso y a la libre circulación de la información y las ideas. En definitiva, se reconocía la tradición que comenzara Don Federico Carmona y que tuvo hitos como el cierre del diario y la detención de su director en el año 1933.

“Hay algo que nunca ha cambiado como criterios para decidir qué es noticia y qué no – dice el periodista Alfredo Álvarez- aquello que está muy cerca de tu nariz, y que te toca el corazón, el bolsillo y el estómago”. La búsqueda de la verdad se abre paso con un cada vez mayor número de medios digitales en tiempos de oscuridad, aunque este sector no está lejos de la persecución y hostigamiento que ha sufrido el resto de los medios. El Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela, IPYS Venezuela, reportó en su Informe 2017 que fueron afectados 93 medios de comunicación digitales, portales de ONG´s e instituciones universitarias. La red es un nuevo escenario de lucha.

Ya no es solo El Impulso. Barquisimeto y Lara se han vaciado de sus diarios, en las redacciones se han silenciado los sonidos de los teclados y los debates en torno a las noticias prioritarias y a los textos de las primeras páginas;  las rotativas se detuvieron y los periodistas y trabajadores han pasado a engrosar las filas de los desempleados o migrantes obligados. Pero sigue viva la esperanza por recuperar espacios de información, discusión, y ver de nuevo El Impulso en la mesa, el kiosco, el café, la plaza o el autobús; un diario seguramente reinventado, resignificado en su relación con la gente, con su ciudad y con su entorno, contando historias distintas de modo también distinto, estableciendo alianzas con nuevos actores y renovando su compromiso con una Venezuela democrática.

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