Presentación

El tránsito a la conversación digital

El auge ficticio de la versión oficial

Una bomba de tiempo en twitter

De la narrativa revolucionaria a la desinformación

Epílogo

El dominio de la nueva plaza pública

Víctor Amaya

Director EsPaja.com

Venezuela vive una vorágine casi constante. Una situación económica tirante, en medio de condiciones sociales precarias, una Emergencia Humanitaria Compleja agravada por la pandemia del coronavirus y, además, un gobierno de rasgos antidemocráticos. Ocurre en un país que se ha ido quedando desconectado, no solo en materia de navegación web y sistemas de telecomunicaciones, sino en formación de tejido social y comunitario, potenciado además por la precarización del ecosistema de medios de comunicación, que abre el espacio para que la desinformación actúe, interesadamente o no.

Teóricos como Teun van Dijk, Adolph Klumpp o Gabriel Galdón han centrado sus esfuerzos en demostrar que, para que ocurra un efecto desinformativo, es necesario que el emisor tenga acceso preferencial al discurso público -refiere Luis Romero Rodríguez en el documento Hacia un estado de la cuestión de las investigaciones sobre desinformación / misinformación de la Universidad San Martín de Porres de Perú1-. En un país donde el ecosistema de medios de comunicación y el acceso a fuentes informativas está tan precarizado, se abona el terreno para que la desinformación se imponga.

El Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) registra que al menos 67 medios de comunicación impresos han desaparecido desde 2014 en Venezuela, 28 de ellos cerraron de forma definitiva2. Una erosión que comenzó en 2007 con la salida del aire del canal Radio Caracas Televisión (RCTV) y que se confirmó en 2009 con el cierre de 49 emisoras de radio en todo el territorio, así como la censura a medios internacionales y páginas web locales a partir de 2014. Prácticas que se han convertido en habituales.

El tejido social alrededor de la información fue sustituido en Venezuela por las conexiones virtuales de las redes sociales que fueron ganando espacio por su inmediatez, libertad y horizontalidad. Mientras en otras sociedades se convirtieron en ventanas para la reacción a las noticias, en esta pasaron a ser también vitrinas de ellas.

Pero en tiempos de hegemonía comunicacional no hay posibilidad de que existan espacios sin algún tipo de control. En una entrevista que dio el exministro de información de Hugo Chávez, Andrés Izarra, al diario El Universal de Caracas, y que ya no puede ser encontrada en su sitio web, decía que “la hegemonía comunicacional yo la lancé como una reflexión en el marco de la construcción del socialismo y lo dije en el sentido gramsciano. Gramsci no habla de hegemonía como lo están haciendo estos intelectuales de derecha, que lo quieren hacer ver como una imposición, como una dictadura, como una coacción sobre la pluralidad, sobre la libertad de disentir, en lo absoluto”.

Antonio Gramsci proponía la construcción de una “nueva hegemonía” donde el nuevo príncipe, “el partido”, es central como así también la actividad política de los intelectuales orgánicos para cimentar ideología y develar situaciones, refiere Natalia Albarez Gómez3.

Si el pensamiento de Gramsci es “un nuevo capítulo del leninismo”, como afirmaba Palmiro Togliatti, es lógico pensar que sus fundamentos siguen enraizados en la visión docente y largoplacista de la acción política, con un particular control desde el Estado.

De esta manera, lo que se creían eran espacios de libertad pasaron a ser terrenos de dominación. En 2013 Nicolás Maduro llamó a crear un “Twitter bolivariano”, y conducir a la sociedad al uso de unas redes alternativas a las masivas, como ya ocurre en China. Dos años más tarde nació la “Red Patria”, con plataformas equivalentes a las conocidas: “Nido” funcionaba como Facebook, “Colibrí” como Whatsapp y “Cardenalito” hacía las veces de Twitter.

Tales alternativas, creadas bajo software libre y con gran despliegue publicitario y financiero gubernamental, no prosperaron. Entretanto, el sistema de comunicación pública se proponía dominar la conversación digital en las redes sociales más usadas, particularmente luego de la derrota electoral de 2015, y siendo Twitter la de mayor penetración en Venezuela.

En 2017 se conoció de un manual de acción de un “ejército de trolls” de la revolución bolivariana, que articulaba esfuerzos de la administración pública4. Ese “ejército digital” distribuye en escuadra, pelotón, compañía, batallón y brigada las acciones de los trolls, personas dedicadas a emitir burlas, engaños e insultos a través de la web con el propósito de obstaculizar, bloquear, desvirtuar y opacar a personas o hechos; así como de minar el ambiente digital con informaciones ambiguas y no verificadas. Se mencionan incluso a los denominados “flames” como aquellos que serán los “incitadores y creadores de falsos positivos para confundir a la oposición”.

En 2019, la Universidad de Oxford publicó el informe Orden Mundial de la Desinformación. Inventario Global 2019 de la Manipulación Organizada en Redes Sociales, en el cual se detalla que Venezuela es uno de los países en los cuales se ha detectado acción organizada desde el poder gubernamental para desinformar.

En el caso venezolano, confirma que entre las estrategias aplicadas está la creación de desinformación o contenido manipulado, como en China o Vietnam, empleando a grandes grupos de personas contratadas por el Estado que modelan la opinión pública y supervisan el discurso público a través de los distintos canales online.

La “revolución bolivariana” libra una batalla por el control social y hasta cultural de la sociedad, dispuesta como se ha mostrado a dominar los espacios de encuentro. En esta segunda década del siglo, y más aún en tiempos de pandemia y cuarentenas, esos lugares son digitales.

Dice Julia Alicia Olmo y Romero5 que la revolución digital ha hecho que se produzcan más noticias que nunca, que se difunden a mayor escala, impulsadas por nuevas infraestructuras, nuevas prácticas comunicativas y comportamiento social cambiante.
En ese contexto, la falsedad contamina todas las esferas de la vida. “Y, cuando la falsedad se vuelve más sutil, más compleja, ha sido creada con una intencionalidad táctica, responde a una estrategia y persigue objetivos, es cuando podemos hablar de desinformación”, dice el escrito del Instituto Elcano.

En Venezuela, además, alrededor de 70% de la población confía en la social media y aplicaciones de mensajería para obtener información sobre la política nacional, según datos de una encuesta realizada por More Consulting en mayo de 2017. De allí que el oficialismo en Venezuela haya tomado las redes sociales como el campo perfecto para desinformar, según Iria Puyosa6. No es casual que allí se quieran impulsar mensajes de articulación política.

EsPaja.com, un proyecto de periodismo de verificación de datos y fact-checking impulsado por Transparencia Venezuela con apoyo de la Unión Europea, se ha propuesto desde su nacimiento en 2019 combatir la desinformación. Para ello es necesario no solo pasar por el tamiz de la duda las afirmaciones de personalidades públicas, funcionarios o no, y “cazar” las informaciones potencialmente falsas que se distribuyen masivamente entre venezolanos, sino también explorar el fondo del asunto.

Esta investigación aborda los alcances del dominio oficial sobre la conversación en redes sociales, particularmente en Twitter, al margen de las reglas permitidas por la plataforma; así como el impacto de tal acción coordinada. De igual forma, logra adentrarse en las entrañas de la organización que aprovecha dineros públicos para impulsar narrativas interesadas, esas que defienden a figuras cuestionadas como Álex Saab, convirtiéndolo en emblema de la lucha antiimperialista y obviando las manchas de su historia económica; o que ayudaron a construir una narrativa heroica de la acción gubernamental frente a la emergencia por COVID-19.

En La revolución como espectáculo (2006), Colette Capriles apunta que uno de los rasgos más obvios del gobierno de Hugo Chávez fue la creación de infinitos espacios de enunciación. Y Alberto Barrera Tyszka ha escrito que en lo único que el gobierno venezolano no es incapaz es justamente en el manejo de sus medios de comunicación. “Venezuela es un país que se quedó sin verdad”, apuntó el también autor de Patria o muerte (2016) más tarde durante una conferencia en Medellín en el marco del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo, en 2017.

“El chavista es el primer gobierno del país que comprende la importancia capital de las comunicaciones para modelar sociedades, y es una lástima que haya aplicado esa comprensión a la causa equivocada”. La frase es del investigador venezolano Antonio Pasquali, citado por el académico Marcelino Bisbal en el discurso que debía dar el 27 de junio de 2017 como orador de orden de la sesión especial de la Asamblea Nacional con motivo del Día del Periodista. Aquella ocasión debió ser suspendida por el asalto violento que se vivió en la sede del Poder Legislativo.

Si las redes sociales son otro campo de batalla, el oficialismo ha constituido su ejército y pertrechos para combatir en ellas, bien sea con escritos e imágenes en Twitter o con videos pensados hasta para TikTok7.

 

 

1    Luis Romero Rodríguez. Hacia un estado de la cuestión de las investigaciones sobre desinformación / misinformación. 2013.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4739767.pdf

2    IPYS. Periodismo en recesión. https://ipysvenezuela.org/2019/05/02/periodismo-en-recesion-dia-mundial-de-la-libertad-de-prensa/

3    Natalia Albarez Gómez. El concepto de Hegemonía en Gramsci: Una propuesta para el análisis y la acción política. Revista Estudios Sociales Contemporáneos, 2016. https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/9093/08-albarez-esc15-2017.pdf

4    Proyecto de Formación del ejército de trolls de la revolución bolivariana para enfrentar guerra mediática
https://www.bloomberg.com/features/2018-government-sponsored-cyber-militia-cookbook/data/Ejercito_De_Trolls_Venezuela.pdf

5    Julia Olmo y Romero. Desinformación: concepto y perspectivas. Real Instituto Elcano, 2019. http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari41-2019-olmoromero-desinformacion-concepto-y-perspectivas

6    TalCual. Tropa virtual de Maduro bombardea las redes para desinformar.
https://talcualdigital.com/tropa-virtual-de-maduro-bombardea-las-redes-para-desinformar/

7    https://youtu.be/JYkIuPP7L6o

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