Iniciativas de verificación y fact-checking son vitales para enfrentar la desinformación digital
Contenidos maliciosos y noticias falsas son utilizados para influir en las audiencias, que han encontrado en las redes sociales y otras plataformas su principal fuente de acceso a la información
Transparencia Venezuela, 8 de julio de 2020. Los rumores, bulos, difamaciones y calumnias siempre han formado parte de una forma de ejercer la política. Sin embargo, en un entorno globalizado donde la información circula a mayor velocidad y, potencialmente, puede llegar a mucha más gente gracias al acceso a la tecnología, Internet y las redes sociales, estas prácticas plantean nuevos retos. Es en este contexto donde surge la “desinformación”, término que hasta hace pocos años era sinónimo de “falta de información” y que se utiliza, de forma creciente, para referirse a los esfuerzos deliberados de determinados agentes por desinformar con mentiras, medias verdades, noticias falsas y hasta sobresaturando al ciudadano en lo que en la actualidad se conoce como “operaciones de desinformación”. En Venezuela, el fenómeno está también influido por la hegemonía comunicacional y los consumos diferenciados en base a preferencias políticas de los usuarios de esos espacios. Ante esta realidad, investigadores de la Universidad de Navarra, en España, en alianza con Transparencia Venezuela, realizaron el estudio El fenómeno de la desinformación digital en el contexto venezolano, basado en un sondeo de opinión de escala nacional, acerca de las maneras de informarse del ciudadano y su exposición a noticias potencialmente falsas, además de los mecanismos para protegerse de la desinformación.
Los hallazgos preliminares de este estudio fueron expuestos por una de sus coautoras, Carmen Beatriz Fernández, investigadora invitada del Centro de Internet y Vida Digital de la citada casa de estudios española, durante el seminario web que el ciclo Espacios de Transparencia le dedicó al tema. La acompañaron Luz Mely Reyes, periodista-investigadora y directora del portal Efecto Cocuyo; Víctor Amaya, periodista y director del portal de verificación EsPaja.com; y la directora ejecutiva de Transparencia Venezuela, Mercedes De Freitas, con la moderación de Jesús Urbina, periodista y coordinador de la organización.
Desinformación y lucha contra la corrupción
Mercedes De Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Venezuela, explicó que la organización, que lucha contra la corrupción, se interesó en el tema de la desinformación a raíz de la irrupción de este fenómeno como parte de las estrategias utilizadas con fines políticos. “Nuestra principal herramienta en la lucha contra la corrupción es la transparencia. Para desenmascarar, conocer o hasta prevenir la corrupción es necesario que sepamos todos qué ocurre con los recursos y los servicios públicos, y detectar cualquier mal manejo. Entonces, lo contrario de transparencia no es solo opacidad, también es la mentira, medias verdades, cambiar la realidad y los hechos”, expresó.
De Freitas considera que la desinformación causa daños porque se basa en medias verdades para manipular las emociones, gustos, problemas, limitaciones y necesidades de la gente, con las redes sociales como grandes aliados. “Abundan las hipótesis sobre hechos que se vuelven tendencia y casi verdades absolutas. Lo peor es que se desvía la atención de la investigación que se tiene que seguir y de la estrategia para reducir la corrupción y generar procesos de justicia”.
Señaló que con la saturación de información cruzada el receptor se vuelve escéptico, pues no solo faltan los procesos de verificación que tienen los medios tradicionales y los medios digitales con periodistas formales, sino que también se carece de un elemento básico de la democracia como lo es el acceso a la información pública. “Ante la ausencia de datos oficiales confiables, cual dato puede ser verdad. Para Transparencia Venezuela esto es tan importante que hace poco más de un año creamos una plataforma de verificación de datos Esapaja.com”.
Otro aspecto valorado por la organización es la formación de los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil, en especial de cara a un proceso electoral que se avecina. “En esta tarea nos apoyamos en Espacio Público, organización con la que desarrollamos un manual de verificación para ciudadanos. Además, dictamos talleres y un curso en nuestra plataforma Campos Transparencia”.
Ante noticias potencialmente falsas, De Freitas exhortó a cumplir el primer consejo del manual de verificación ciudadana que es detenerse, dudar, verificar y asegurarse de la veracidad de la información antes de compartirla.
Noticias falsas, ideología y educación
Carmen Beatriz Fernández presentó un avance del estudio El Fenómeno de la desinformación digital en el contexto venezolano, del cual es coautora junto a los profesores Yordi Rodríguez Virgili y Gabriel Serrano Puche, del Centro de Internet y Vida Digital de la Universidad de Navarra, basados a un estudio global que realiza la Universidad de Oxford que incluye 40 países, dentro de los cuales no estaba Venezuela. “Consideramos que era importante abordar el caso venezolano usando los mismos criterios de ese estudio, de manera de comparar los resultados con lo que está pasando en el mundo con el fenómeno de la desinformación”.
Refirió que aunque el primer hallazgo de la investigación es que casi 80% de los encuestados tiene acceso a internet y que 77% es usuario de redes sociales, solo 34% las identifica como su principal fuente de información. “El medio dominante sigue siendo la televisión, pero se observa un claro consumo que mezcla distintos medios. También observamos que aunque diferencias en cuanto a edad, residencia urbana o rural y género, la diferencia fundamental está en las preferencias políticas, en el modo en que consumen la noticia los oficiales versus los opositores”.
Detalló que dos de cada tres venezolanos usan redes sociales y confían en ellas como fuente de información, pero confía más los opositores que los oficialistas. “Cuando hablamos acerca de la preocupación en torno a la desinformación y lo que se ha venido llamando fake news, encontramos que el nivel de preocupación promedio de la sociedad venezolana es de 59,5%, lo cual se asemeja al promedio global (56%). Pero vemos que también la autoidentificación política hace la diferencia en cuanto a si les preocupa lo que es cierto y lo que es falso en internet hay una diferencia de más de 15 puntos entre un sector y otro”.
Otro aspecto consultado fue en cuál de los agentes de desinformación es más grave que se den noticias falsas o fake news, resultando una diferencia muy notable con el resto de los países. “En general, mientras que a la mayoría de las sociedades les preocupa la información engañosa procedente de políticos por encima de cualquier otra fuente, en los venezolanos la preocupación están casi al mismo nivel políticos y periodistas”.
También se identificó que para 21% de los venezolanos es muy preocupante la emisión de noticias falsas o desinformación por parte de agentes de gobiernos extranjeros, con diferencias relevantes según el espectro ideológico. “Para los oficialistas resultan mucho más grave las acciones de periodistas o medios de comunicación, mientras que para quienes se ven a sí mismos como opositores, lo son las acciones de los políticos”.
Fernández comentó que elaboraron y probaron un modelo de vulnerabilidad de la población venezolana ante la desinformación. “Encontramos que el eslabón más débil de la cadena está en las personas con menos educación y que descansan en fuentes analógicas para informarse, por lo que están menos preocupados en buscar noticias falsas en internet”.
Más y mejor periodismo
Luz Mely Reyes afirmó que la migración de los usuarios hacia el espacio digital, tal como se menciona en el estudio de la Universidad de Navarra, se debía a los medios tradicionales no estaban informando adecuadamente. “Para Efecto Cocuyo fue una ventana para hacer algo distinto y era ofrecer información que estuviese verificada”.
Afirmó que al analizar el posicionamiento de algunos medios digitales con muchos seguidores detectaron que, en algunos casos, eran medios que desinformaban, no necesariamente con intención sino porque no aplicaban prácticas periodísticas de verificación. “Uno de los resultados de la encuesta que me preocupan es que los encuestados igualan la preocupación por la información emitida por políticos en el mismo porcentaje con lo que hacen los medios y los periodistas. Desde mi perspectiva, eso es consecuencia de tener 21 años en una guerra mediática”.
Reyes recordó que hasta 1998 los medios nacionales se ubicaban entre las tres primeras instituciones con mayor credibilidad en Venezuela, situación que considera cambió a raíz de la campaña electoral presidencial, donde “el fenómeno de la desinformación se evidenció con la famosa guerra de encuestas y datos falsos que circulaban incluso intencionalmente en las listas de correos electrónicos. Luego de su triunfo, Hugo Chávez comenzó a atacar los medios para que la gente dejara de creer en ellos”.
Según Reyes, el auge de las redes sociales y el cuestionamiento a los medios crearon un caldo de cultivo para que los venezolanos no solo estén desinformados, sino que los periodistas se conviertan en blanco fácil de ataques. “La respuesta ante este es hacer más y mejor periodismo. La creación de programas de fact-cheking como Espaja.com y Cocuyo Chequea lleva a preguntarse si es más el tiempo y costos que se emplean en la verificación, desmintiendo o aclarando es mayor al que se puede invertir en hacer periodismo”.
Considera que la táctica de atacar a la prensa como enemigo para generar desconfianza iniciado con Chávez se ha repetido en México, Estados Unidos y otros países. “Pero encontramos que también hay fallas de este lado, puede ser que algún periodista asuma una postura más política que periodística”.
Reyes comentó sobre la adopción de la expresión fake news para calificar algunas de las cosas que los dirigentes políticos cuestionan. “Esto no solo ocurre en el gobierno de Maduro, también empieza a ocurrir en sectores de las fuerzas democráticas. La descalificación de un hecho al decir que unos hechos son fake news no permite la confrontación. En medio de todo este ruido, aun teniendo hechos bien documentados la gente duda. Tanta incredulidad nos hace daño a todos, nos hace daño a los demócratas. Quien no cree en los políticos, no cree en los medios, no cree en nadie, termina por no creer en los valores democráticos. El desmontaje que ha sufrido la democracia venezolana incluye el desmontaje de dos de sus pilares: la industria de medios y la credibilidad en los medios y los periodistas”.
Plaza pública global
El director del portal EsPaja.com, Víctor Amaya, se refirió al factchecking como plataforma y modo de trabajo para el periodismo. Aseguró que, hace dos décadas atrás, era un instrumento usado por el periodismo para validar sus investigaciones y contenidos. “En el siglo XXI se ha convertido en una práctica con objetivo público, no solo para la verificación previa a la publicación, sino de lo que ya está circulando. Una de las primeras experiencias en este formato fue Politifact, en 2003. Las iniciativas que surgían tenían mucho que ver con escenarios electorales para chequear los discursos de los candidatos, porque en campaña se dicen muchas cosas que son inexactas, mentiras, manipulaciones o torceduras de cifras y datos”.
Señaló que luego esta práctica se estandarizó y se hizo más necesaria fuera del escenario electoral, de allí que comenzaran a surgir otras iniciativas. “Hoy en día existe una unificación de metodología a través de IFCN (International Fact-Checking Network), que agrupa a decenas de verificadores de información en todo el mundo. En la región, en 2010 nación Chequeado, en Argentina, la primera iniciativa latinoamericana enfocada al tema, también en el contexto electoral. Diez años después, hay más de 30 iniciativas periodísticas haciendo verificación y chequeo en América Latina y España, muchas estamos reunidas en Latamchequea, iniciativa que guía Chequeado. Esto quiere decir que hay una robustez como una práctica periodística ya no solo para validar las propias publicaciones, sino darle certeza o desmentir el discurso público”.
Amaya refirió que, en Venezuela, además de EsPaja.com están iniciativas como Cocuyo Chequea, Cotejo (la más antigua), Observatorio de Fake News (Medianálisis) y Cazadores de Fake News (iniciativa ciudadana). “La agencia AFP tiene AFP actual y servicios determinado en varios idiomas. No solo estamos hablando del discurso público sino de la horizontalidad que marcan las redes sociales que ha abierto más canales a la autopista para compartir información, con mucho más impacto de la conversación de la plaza, que ahora tiene un potencial de alcance global”.
Sobre el caso venezolano, dijo que buena parte de la desinformación llega del poder político, instituciones del Estado que divulgan información no verificada que obliga al chequeo, especialmente en el contexto de la pandemia por COVID-19. “Enfrentamos una desinformación no solo por equivocaciones periodísticas o por objetivos electorales, sino por un esquema donde se utiliza como una manera de relacionarse el poder con la sociedad”.