Transparencia Venezuela, abril de 2021.-
Capítulo 1
De crisis en crisis
Desde 2015, se evidencia en Venezuela un recrudecido escenario político, social y económico que se manfiesta a través de la escasez de alimentos y medicinas; el incremento del índice delictivo; el auge de la economía informal, la debilidad institucional, el éxodo masivo y la agudización de la pobreza.
La crisis es producto de políticas gubernamentales que han socavado el Estado de Derecho y han incentivado la Gran Corrupción, vulnerando los derechos fundamentales y generando la actual emergencia humanitaria compleja (EHC) que vive el país, reconocida por la Organización de Naciones Unidas y sus diversas dependencias, entre ellas la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, en inglés) y el Programa Mundial de Alimentos.
El desarrollo de la Emergencia Humanitaria Compleja ha sido bastante particular. En los últimos años, Nicolás Maduro ha dicho públicamente que promueve la defensa de los derechos humanos consagrados en la Carta Magna y las garantías y deberes de los ciudadanos y del Estado en esa materia.
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De igual modo, en su gestión se promociona una política social de inclusión, a través de numerosos programas sociales destinados, de acuerdo a sus principales voceros, a respaldar y velar por los derechos de los más vulnerables. Sin embargo, las vicisitudes económicas y sociales que enfrentan los ciudadanos y el país no son menudencias.
Salud, un escenario aterrador
La crisis en salud es uno de los aspectos más acuciantes del complejo escenario nacional. La opacidad en el acceso a la información pública sobre los recursos presupuestarios invertidos, la operatividad de los centros asistenciales, los boletines epidemiológicos, los indicadores de enfermedades, entre otros aspectos, caracteriza la gestión del Estado en
este sector. Además, se registra el deterioro progresivo de la infraestructura hospitalaria, determinado por bajos presupuestos, precariedad en los servicios públicos, fuga de talento humano, así como una grave carencia de material médico quirúrgico e insumos.
El cuadro desolador muestra también la proliferación de enfermedades que, en algunos casos, se consideraban erradicadas, como paludismo o malaria y mal de Chagas; dengue y chikungunya. En 2018, un informe de la Organización Mundial de la Salud reveló descensos de estas patologías en todas las regiones de análisis, “excepto en Las Américas debido precisamente al aumento de malaria en Venezuela”1. En nuestro país, ”los casos
aumentaron 886%. En 2017, murieron 456 pacientes, según el organismo”2. La escasez de medicinas, calculada en 80%3 por la Federación Farmacéutica de Venezuela, complementa el escenario de indefensión en el
que se encuentran los ciudadanos.
Rogando por el CLAP
En cuanto al sector de alimentos, la política de Maduro se centra en la compra – venta de comida subsidiada en el marco del programa social Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), cuyo diseño y ejecución está
signado por la improvisación, masificación, discriminación y corrupción. A cuatro años de instaurado el programa, los llamados CLAP no cumplen con los componentes del derecho a la alimentación, según lo establecido por
el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, a saber: disponibilidad, estabilidad, accesibilidad, sostenibilidad y adecuación.
En el devenir histórico de los CLAP, las irregularidades en la venta de alimentos, por parte del Estado, han sido una constante en diversas comunidades, que no pueden acceder a la compra de comida subsidiada desde hace meses. En plena cuarentena, declarada por la pandemia del COVID-19, vecinos de la población de Soledad, municipio Independencia del estado Anzoátegui4, han protestado por falta de alimentos CLAP, prometidos por el alcalde de la entidad. Mientras, se reporta que comunidades de Valera5 no acceden a los alimentos a precios regulados desde hace varios meses. En tanto, el Programa de Alimentación Escolar solo entrega alimentos a una escuela del municipio San Rafael de Trujillo6, una muestra de lo que sucede en muchas otras regiones del país.
De igual manera, el sector agrícola ha experimentado un considerable declive en la producción de importantes rubros, en los últimos años. Aquiles Hopkins, presidente de Fedeagro, ha señalado que:
Entre el 2008 y el 2017, la producción cayó:
Los indicadores responden a la falta de atención oportuna al sector productivo, que se tradujo en intervención de la propiedad agraria, caída de los precios sin considerar los costos de producción, aumento de las importaciones, insuficientes recursos de la banca pública para el financiamiento de la actividad agrícola, fallas en el abastecimiento de
fertilizantes, agroquímicos, repuestos y otros insumos.
De acuerdo a una investigación realizada por Transparencia Venezuela sobre Empresas propiedad del Estado,
“en los últimos diecinueve años la materia prima agrícola y los alimentos han sido manejados como instrumentos
de dominación y proselitismo político por parte de la clase gobernante. En este sector, probablemente más que en
ningún otro, el militarismo ha dominado la burocracia y concentra los niveles de supervisión y mando”8.
Sin agua, sin luz, sin gas
Otra variable a considerar respecto a la emergencia humanitaria que atraviesa Venezuela y la actual cuarentena, es la falla en la prestación de los servicios públicos. La irregularidad en el suministro de agua, gas, luz y aseo urbano es frecuente, sobre todo en las regiones del interior del país. La última medición del servicio de agua realizada por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) señala que solo “16,7% de los hogares recibe agua de manera continua”9.
En cuanto a electricidad, destaca el OVSP que “las ciudades que reportan mayor frecuencia de apagones diarios, según datos de diciembre de 2019, son San Cristóbal con 81%, Maracaibo con 77% y Barquisimeto de 75,5%, seguidos por Barinas con 57,4%, Punto Fijo con 37,9% y Porlamar con 25,5%. Finalmente, con 19,2% se ubica Ciudad Bolívar, con 15,5% Barcelona y Caracas con 9,5%”10.
En este contexto, la OCHA apunta en su último informe que “a nivel nacional se han reportado fallas en los servicios públicos como electricidad y agua, especialmente en los estados Bolívar, Carabobo, Cojedes, Guárico, Lara, Falcón,
Portuguesa, Táchira, Trujillo y Zulia11. Las fallas en los servicios dificultan la adopción de las medidas de higiene preventivas del COVID-19 en las comunidades”.
En recesión económica
En lo económico, la pandemia por COVID-19 encuentra a Venezuela con una recesión de seis años y un Producto Interno Bruto (PIB) de menos 35% solo en 2019, en negativo por quinto año consecutivo. “En febrero (2020) Ecoanalítica estimaba que la caída del PIB en Venezuela sería este año de 10%. La pandemia cambió ese escenario y, de acuerdo con cifras preliminares de esa firma de análisis macroeconómico, la contracción sería de 20%”12.
Según las proyecciones para 2020 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la pandemia conducirá a una disminución de la actividad económica en América Latina, registrándose “las mayores caídas de Venezuela, con una contracción del 18%, liderará la caída regional, seguido de Argentina, México y Ecuador, con 6,5%”13.
Por otra parte, la crisis económica ha empujado a los venezolanos al sector informal, a vivir del día a día, de manera que el trabajo asalariado ha perdido relevancia. Datos de la encuesta de Condiciones de Vida 2018 señalan que se ha
registrado un incremento de la desocupación (23%) entre jóvenes de 15 y 24 años, cuya tasa es más del doble de la media de toda la población”14.
El Sindicato de Trabajadores no Dependientes del Sector Comercio, Servicio y Afines (Sintrandecos), así como la central de trabajadores Alianza Sindical Independiente (ASÍ Venezuela) señalan “que en el país hay más de 5 millones de trabajadores informales, de los cuales 65 % son mujeres jefas de hogar, 39 % sufre de enfermedades ocupacionales
debido al trabajo precario, y 60 % aproximadamente, vive en condiciones de pobreza”15.
A estos escenarios hay que agregar el deterioro progresivo de la industria petrolera, con precios del crudo por debajo de los costos de producción. Un escenario devastador debido a años de gestión pública plagada de irregularidades y malas decisiones.
Adicionalmente, El Fondo Monetario Internacional ha desestimado la solicitud de préstamo realizada por Nicolás Maduro por un monto de US$ 5 mil millones, bajo el argumento de que los fondos son necesarios para enfrentar
la pandemia. Estas circunstancias dificultan el aislamiento social de los ciudadanos, quienes ante la precariedad de recursos deben hacer grandes esfuerzos para adquirir alimentos y medicinas.
El país petrolero que no tiene gasolina
Todavía cabe señalar otra variable, que no es menos importante y forma parte de la dinámica social actual, la escasez de gasolina. La falta de combustible se acentuó durante la cuarentena, lo que afecta la movilidad de la población y
la satisfacción de derechos básicos como la salud y alimentación. Por su parte, la OCHA alerta que “la escasez de combustible a nivel nacional continúa afectando la prestación de servicios, incluso esenciales y priorizados, y es
uno de los principales obstáculos logísticos para la respuesta humanitaria”16. Esto se evidencia en la suspensión de llenado de combustible desde hace 22 días en Lara,17 para el traslado de alimentos a los centros de acopio, y en las
precarias condiciones de los trabajadores de la salud18, que deben caminar 24 kilómetros en el estado Guárico, desde San Juan de los Morros hasta San Sebastián de los Reyes, debido a la falta de transporte por la escasez de gasolina.
De la misma manera, se registra un considerable debilitamiento de las instituciones cuya independencia se encuentra seriamente comprometida, al tiempo que no existe un sistema de contrapesos para enfrentar las decisiones del Ejecutivo. Los entes administradores de justicia y de desarrollo de políticas públicas han sido permeados por la corrupción, nepotismo, opacidad y personal mal remunerado, entre otros males.
Por otro lado, la institucionalización de la anomia en la ciudadanía ha generado la deconstrucción del tejido social y la normalización de la crisis social y de gobernabilidad. Es urgente el diagnóstico y planificación de las instituciones del sector público con el fin de alcanzar niveles superiores de justicia social, equidad, prosperidad e igualdad a través de
un cuerpo normativo y de su cumplimento.
También se debe potenciar en la ciudadanía el desarrollo de capacidades en la medida en que sus libertades y derechos se encuentran plenamente garantizados por el sistema institucional.
Escenario político al llegar el Estado de Alarma
En Venezuela, el coronavirus llegó en medio de un escenario político que asomaba un nuevo ciclo de movilizaciones de calle. El 10 de marzo de 2020, un día antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia, se realizó en Caracas, y en varias regiones del país, una protesta convocada por Juan Guaidó, presidente del Parlamento. En una capital militarizada, los organismos de seguridad impidieron que los ciudadanos marcharan,
dispersándolos con gases lacrimógenos.
Después de la refriega, los diputados aprobaron formalmente el Pliego Nacional de Conflicto, en una sesión realizada en una plaza pública. En el centro de Caracas los partidarios de Maduro también se concentraron, pero sin
contratiempos19.
Salir a la calle era la consigna de Guaidó, quien planteaba una agenda de acciones de la llamada Operación Libertad20. Pronto el empuje de los opositores se tropezó con las medidas que dictó Nicolás Maduro el 12 de marzo para combatir el avance del COVID-19.
¿Maduro hizo un movimiento adelantado para congelar las intenciones de los opositores de reavivar la protesta? Para algunos, las medidas por el coronavirus fueron drásticas y también dictadas con bastante anticipación.
El día del anuncio, en transmisión conjunta de radio y televisión, el mismo Maduro aseguró que no existían casos confirmados de la enfermedad en el país, aunque dijo que se habían descartado 30 casos, que dieron negativo. “A esta hora de este momento, todavía de este día, habiendo hecho decenas de pruebas de casos sospechosos, no ha
llegado a Venezuela. Tenemos que prepararnos (…)21”, dijo.
Cuarentena-en-Venezuela-medidas-y-restricciones-capítulo-1“Esto nos va a llevar meses, meses para controlarlo (…) es difícil y lo será”, fue una de sus frases cuando habló por primera vez al país sobre la pandemia. Al día siguiente se anunciaba el primer caso de la enfermedad22.