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La falta de insumos merma la calidad de la atención en el Hospital Clínico Universitario

La falta de insumos merma la calidad de la atención en el Hospital Clínico Universitario

Los familiares de los pacientes deben proveerle la comida y llevar las muestras para los exámenes a laboratorios privados porque el centro de salud no cuenta con los reactivos

Caracas 20.01.17 A las 9:30 am la entrada al Hospital Clínico Universitario de Caracas estaba repleta de acompañantes de los pacientes que recibían atención y de funcionarios de la milicia. Muchos esperaban sentados en el suelo, y otros dormitaban en el lugar.

Una de ellas era Yuly Machado. Ella aguardaba allí la hora de visitas para ver a su hija de 5 años de edad, quien se encontraba hospitalizada en el área de neurología, en el piso 4 del recinto. Traían la comida de su hija, porque el hospital que históricamente ofrecía menús adecuados a la dieta recomendada a cada paciente, ya no estaba en capacidad de cumplir con esta tarea.

Para muchas, el HUC representa la única opción viable a la hora de tratar un padecimiento de salud, dado que sus recursos económicos son insuficientes para costear la atención médica en una clínica privada. Sin embargo, el HCU no puede satisfacer la necesidad de atención de estos pacientes.

Como muchas edificaciones en Venezuela, el HUC se ha ido deteriorado por falta de recursos para su mantenimiento. La magnificencia que en algún momento hizo que fuese reconocido como el emblema de calidad en materia de salud pública en el país,  hoy en día está desmoronándose.

Sin embargo, las expectativas para este año no son positivas. De acuerdo con el Presupuesto Nacional 2017 (aprobado vía decreto por el TSJ), el Ejecutivo destinará a la salud pública en 2017 Bs. 618.974 mil millones, lo que significa una reducción de 75% en comparación con el año anterior.

Una vez dentro del Hospital, para ingresar en el único ascensor, había una fila de más de 25, pero las camillas y sillas de ruedas tenían prioridad. Para muchos de los pacientes las escaleras no eran una opción viable.

La desidia era evidente en dondequiera que se mirase: la pintura de las paredes estaba descascarada, muchos de los vidrios en las ventanas habían sido reemplazados por bolsas plásticas, los marcos de las sillas y camas estaban oxidados,  varios de los asientos en el pasillo —repleto de personas que esperaban su turno para entrar a los consultorios— estaban rotos.

Y no sólo la infraestructura del Hospital causaba preocupación. Gabriel Fuentes, miembro del departamento de rehabilitación física, comentó que los pocos equipos médicos con los que contaba el Hospital estaban en malas condiciones, al punto de encontrarse “remendados con tirro” o paralizados por falta de repuestos.

La situación en el HUC es alarmante. Los pacientes no fueron los únicos dispuestos a denunciar. Dentro del centro de salud uno de los miembros de la reserva de la milicia, colocados allí por el gobierno para hacer las veces de vigilantes y que pidió el anonimato, le ofreció al equipo de Transparencia Venezuela una visita guiada.

El piso dos, donde se encuentran el área de urología y de ginecología, es a su juicio uno de los que se encuentran en peor estado y al visitarlo las evidencias le dieron la razón.  La mayoría de baños estaban deshabilitados; ni los lavamanos ni los interruptores estaban en funcionamiento.

Carteles con la palabra “dañado” cubrían muchos de los artículos de servicio, en cualquier espacio de uso común.

En las afueras del hospital, la oficina central de citas parecía funcionar a máxima capacidad. Al final de la fila para solicitar  una consulta médica estaba Ramón Bonillo, de 65 años de edad, quien comentó que había estado batallando contra un cáncer de próstata durante más de dos años. Contó que 7 meses atrás, se encontraba listo para su turno en quirógrafo para que le extirparían el tumor, pero se cancelo la intervención  puesto que no pudieron realizarle el examen serológico por falta de reactivos.

No es extraño que las operaciones sean suspendidas por falta de insumos

Lamentó que tendría que realizarse nuevamente los costosos exámenes preoperatorios en laboratorios privados, porque el hospital no estaba en capacidad de realizarlos por falta de reactivos.

De acuerdo con Bonillo, los medicamentos e insumos debía proveérselos él. Sin embargo, su condición de salud le dificulta mantener un empleo, por lo que para mantenerse solo depende de una pensión y de aportes provenientes de sus hijos.

Su caso no es particular. “No se pueden esperar tres meses para tratar un cáncer. Un paciente estadio I lo vamos a ver dentro de tres meses en estadio III o IV”, aseveró el doctor José Manuel Olivares y agregó “Hoy mueren los pacientes, no por la enfermedad sino por no tratarla a tiempo y como se merece”, concluyó el especialista.

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