CAPÍTULO 6
NUEVAS EXPORTACIONES:
LA CHATARRA COMO VÁLVULA DE ESCAPE
Un flujo de ingresos inusual que encontró el gobierno hace pocos años es la venta y comercialización del inventario de chatarra ferrosa del país. La actividad consiste en recolectar restos de hierro por tonelada para exportarlos a socios comerciales que luego procesan y reciclan el material para utilizar la materia prima.
Una gran fuente de chatarra en Venezuela son las estructuras de hierro previamente utilizadas por empresas del Estado para sus actividades económicas, por ejemplo, las tuberías de hierro de Pdvsa que conectan La Guaira con Caracas y antes transportaban gasolina o derivados de petróleo. Hace varios años se utilizan vías alternativas, por lo que estas tuberías no están en uso y entes privados (muchas veces contratados por empresas estatales) se encargan de cortar y transportar esas toneladas. A pesar de ser estructuras que no están en uso siguen siendo activos del Estado y los procesos irregulares de su venta y exportación son otro claro ejemplo de cómo se está depurando al Estado en búsqueda de ingresos.
La recolección de chatarra ha llamado la atención de mano de obra poco calificada que encuentra en ella una manera de generar más ingresos. Sin embargo, este trabajo implica una actividad física ardua que requiere horas de trabajo en unas condiciones que no son las más favorables. Asimismo, los trabajadores que no tienen acceso al stock de chatarra más grande proveniente de estructuras del Estado se ven obligados a depurar y recolectar, sin regulación, otras fuentes de chatarra para lograr reunir las toneladas necesarias para recibir sus pagos.
Para contextualizar las rentas que genera esta actividad económica poco ortodoxa es necesario observar los volúmenes exportados en 2021. Durante el año, se exportaron 1.013.990 toneladas de chatarra, según cifras de TradeMap. Esto representa un ingreso de USD 454 millones anualmente.
Turquía fue el país con el mayor volumen de importación de chatarra (con 92,32% del total); el segundo lugar lo ocupó Tailandia (4,78) y el tercero Portugal (1,34%). A pesar de las grandes rentas generadas, no se posee documentación clara acerca de qué empresas se contratan para realizar estas actividades, quiénes son las personas trabajando, cómo son las condiciones laborales de ellos y de dónde proviene todo este inventario de chatarra.
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