Tanto en las ciudades más pobladas de Venezuela como en las localidades más inhóspitas del país hay presencia de organizaciones criminales que usan la violencia principalmente para captar fondos con el control de economías ilícitas, como el contrabando de drogas, combustible, oro y hasta de chatarra. La naturaleza de estos grupos varía dependiendo de la zona del país en la que se encuentran y el origen de sus integrantes.

Un caso paradigmático es el que se registra en el estado Bolívar, en cuyos pueblos mineros se estableció una estructura delincuencial que se dedica a controlar el negocio de la explotación ilegal del oro. Cobran vacunas (extorsionan) a quienes deciden trabajar en la actividad; autorizan quién puede entrar o salir de cada una de las minas; ordenan cuánto y cómo se trabaja; definen qué se puede decir y qué no. Todo esto es impuesto con el poder del fuego y pese a la presencia de los cuerpos de seguridad.

En este informe se describe cómo se conformaron los sindicatos mineros ahora conocidos como el sistema, que controlan los yacimientos auríferos en Bolívar. Además, se presentan fichas sobre los demás grupos criminales considerados como los más poderosos de Venezuela, sus alianzas con otras bandas delictivas, sus líderes, delitos, poder de fuego, estructura y la participación de las mujeres en ellos.